Otro
año termina y por suerte, otro año más podemos decir que nos hemos
topado con muy buenos lanzamientos por el lado de la música. Como
siempre, hubo discos que por más que sean disfrutables, pueden pasar
un poco desapercibidos. Sin embargo, este año tuvimos el gusto de
recibir lanzamientos que son verdaderos grandes trabajos. Tal vez
hubo menos cantidad de “grandes” álbumes este año en
comparación con el año pasado, pero si comparamos unos con otros,
puedo decir que los de este año son ampliamente mejores.
Esta
reseña, la última del año, se trata de un listado de lo mejor del
año. Pero de este tipo de listas hay miles y, en mi opinión, un 99%
no explica bien cuál es el criterio (directamente nunca se explica).
Hay varias en las que podemos confiar porque su selección en cuanto
a géneros es más acotada, y si además conocemos a quién hace el
listado, podemos entender aún mejor esa selección. Aún así, esa
gran mayoría está basada puramente en gustos.
Este
lista no deja eso de lado. TODO lo que está aquí, como siempre, es
algo que recomiendo y por ende, me gusta. Sin embargo, también como
siempre, intento que dentro de ese gusto, lo que elija sea algo que
de verdad considero que lo merece. Discos que me gustan hay miles,
pero aquí estoy hablando de “discos del año”, que es una cosa
bastante mayor, o sea, cuando uno define a tal como tal. Ahí entra
la parte más objetiva, la cual a su vez puede ser subjetiva, porque
los puntos de valoración pueden variar entre una persona y otra. Por
ende, definiré cuales fueron en mi caso (que son los mismos de
siempre).
Antes
que nada, por razones más que obvias, no incluí ninguno de aquellos
discos en los que participé, que en este caso serian el de Matador y
Los Nuevos Creyentes. No porque no crea que tengan valor (sino no
participaría en ellos), sino porque consideraría muy falso elegir
algo mío como lo mejor del año. Si son elegidos, mejor que sea por
otros.
Mis
criterios fueron, por un lado, el trabajo, o sea, el grado de
elaboración que hay, dentro del género. Con esto no me refiero a
complejidad. Me refiero a teniendo en cuenta el género, el trabajo
que hay en lo instrumental, en lo compositivo, etc. Claro, esto se
puede hacer difícil comparando géneros, pero bueno, sería más o
menos dentro de una escala dentro del género, luego comparar (o algo
así, no es que está hecho con un medidor). O sea, es el grado de
interés que puede tener el disco por lo que presenta. Si hay una
línea que une el contenido, una especie de concepto, cuán parejo es
en cuanto a trabajo, etc. No es lo mismo, en mi opinión, 2 discos
que presenten música dentro de un género ya muy conocido pero que
uno tenga una elaboración mayor que otro. Esto dentro de mis
términos. El resultado puede ser 100% correcto si es lo que ellos
buscaban. Esto otro son mis criterios para elegir qué disco
considero que puede marcar algo y cual otro es disfrutabe pero no es
un disco que considere que hay mucho para hablar (porque lo que está
dentro de él ya está hablado en miles de discos más).
Pero
lo más importante, si es que esto primero, o sea, la calidad del
trabajo, es muy buena, es cuán novedoso es lo que trae el disco.
Repito, primero la calidad de trabajo. Puede ser algo novedoso y
estar mal hecho. Pero si el resultado está bien hecho y a su vez es
algo novedoso, algo original que puede marcar “un paso adelante”,
pues ahí tenemos algo que a mi consideración tiene mayor valor.
Esa
es mi parte objetiva. No me importa si a más gente le gustó, si es
más fácil de escuchar, si a más gente “le llegó”. Eso SIEMPRE
está enmarcado según el contexto, sea el grado de conocimiento que
uno tenga de la músca en general o por bueno, los medios de
comunicación, la difusión. Acá mi criterio “objetivo” es qué
es esa obra artística dentro del mundo de la música, más allá de
los gustos, más allá del grado de aceptación, más allá del nivel
de ventas, más allá de todas esas cosas que no son parte de la
música en sí, sino más bien de fenómenos sociales. Si fuera por
gustos, el disco el año tendría que ser el más vendido. Acá nunca
interesó eso. Acá se trata de música, el objeto artístico dentro
de ese mundo musical. No es un blog de fenómenos sociales. Puede ser
el disco menos escuchado del año, menos aceptado, cuya trascendencia
a nivel social sea mínimo por su grado de aceptación, pero que
musicalmente sea una verdadera obra de arte que dentro de ese mundo
artístico deja su huella. ESO es lo que a mí, como escritor de este
blog, me importa. Lo otro no puedo opinar. No soy sociólogo ni
filósofo.
Dicho
esto, presento uno por uno, con una breve descripción. Los he
separado en 2 categorías: Nacional e Internacional. Me parece
importante darle relevancia a lo que sucede en nuestro país. Varios
de estos nacionales ya estuvieron por aquí. Otros no pero en febrero
estarán.
Los
discos seleccionados están presentados en orden creciente, o sea,
del menos mejor al más mejor (la palabra peor no entra aquí).
Claro, esto aproximado. Me es difícil, en ciertos casos, hacer
diferencia. Ahí sí ya entra algo totalmente subjetivo.
Y
lo importante es que no puse un tope. No tenían que ser los 10 o 20
o el número que fuera. Todos aquellos que sintiera que merecían tal
nombramiento, entraron. Aún así, al final de la reseña, les
presento los 5 discos del año, de todos estos, sin importar de dónde
provienen.
TODOS
valen la pena. TODOS merecen ser escuchados. TODOS tienen algo
interesante, en diferentes grados, pero lo tienen. TODOS hicieron que
este 2015 valiera la pena.
INTERNACIONAL
Jim
O'Rourke - “Simple Songs”
El
título lo dice: son canciones simples. Pero con simples no se
refiere a escacez, sino a claridad. Estilíticamente podría ser un
disco de los '70, rondando por el rock clásico. Es un disco cargado
de detalles y arreglos y con un desarrollo muy coherente en donde
queda claro el principio y fin del mismo. Sin embargo, todos estos
detalles se pueden distinguir a 1era escucha (claro que a más se
perciben más cosas, pero ya en una primera escucha nos queda claro
todo). Es complejo en cuánto a cantidad, pero claro en el resultado,
lo cual hace que sea interesante: como algo con tantos ladrillos
termina siendo una sola estructura. Es evidente que el carácter de
estos, simples (como las canciones), hace que sean más perceptibles.
Pero es porque no trabajan como diferentes voces, sino como
diferentes miembros de una sola cosa. No es el nuevo “Pet Sounds”
o “Born to Run” (nombro a estos por tratarse de discos cargados
de detalles cuyo resultado es impecable), pero si hay que hablar de
un disco “fino” de rock, en estos últimos años, este tiene que
ser uno.
Anders
Jormin, Lena Willemark & Karin Nakagawa - “Trees of Light”
Este
disco es una unión entre 3 mundos muy diferentes que funciona a la
perfección. Por un lado tenemos a Anders Jormin, un contrabajista
sueco proveniente del jazz que, como la gran mayoría de los
jazzistas escandinavos, ha incorporado elementos de música
folclórica de la zona, sumado a algo de música académica (más que
nada impresionista), logrando así lo que se conoce como el jazz de
cámara europeo. Lena Willemark es una cantante y violinista sueca
dedicada al folclore de su país (a veces en su mayor pureza y a
veces con una visión más actual). Karin Nakagawa, nacida en Japón,
es una instrumentista dedicada al koto (no hay un término en español
para esto como lo hay para bajista, por ejemplo) que también se
dedica al folclore de su país. Aunque Willemark y Jormin son
claramente muy cercanos, sus músicas son muy diferentes, ya que
Jormin incorpora algún elemento de folclore sueco, pero es
incuestionablemente un músico de jazz, mientras que Willemark es una
folclorista pura, lejana al jazz. Entonces aquí nos encontramos con
una unión entre el folclore sueco, el folclore japonés y el jazz
escandinavo. Obviamente, la combinación no es homogenea en todo
momento. Se podría decir que tenemos una mezcla homogenea en cuanto
al abordaje instrumental, ya que cada uno toca con el lenguaje que
conoce, lo cual, en fin, moldea el lenguaje final. Pero en cuanto a
forma y construcción, en momentos es más jazz, en otros momentos
más sueco, en otros momentos más japonés (aunque lo sueco sin duda
aparece en mayor cantidad por ser 2 contra 1). En este disco se da
lugar a todo, tanto a la canción con vocales como la composición
instrumental. La improvisación es algo fundamental aquí (se puede
decir porque es evidente que está presente), y no es algo que
sorprenda ya que los 3 mundos lo tienen como uno de sus mayores
pilares (en jazz ni que hablar). Es una combinación extraña que,
sin embargo, resulta familiar al oído de cualquiera, sobre todo por
el contenido tonal-modal y la claridad en que se desarrolla todo. Aún
así, si uno es minucioso y se pone a analziar lo que sucede, en sí
es algo bizarro, ya que los 3 lenguajes son sumamente lejanos:
folclore sueco, folclore japonés y jazz (este último, aunque entre
dentro del género de jazz europeo, por ser jazz, parte de una
tradición afro-estadounidense, y no hay vuelta atrás). Es un disco
muy interesante, cargado de detalles sumamente claros que gracias al
reducido instrumental, son fáciles de asimilar, pero que igual
precisan varias escuchas para notar las verdaderas diferencias entra
cada mundo, pero sobre todo al nuestro. Una combinación instrumental
y por ende tímbrica muy particular. 3 instrumentos de cuerda de
diferente procedencia (sí, el contrabajo es de la misma procedencia
que el violín, pero la forma en que está abordado no), trabajando
en conjunto para crear una música tanto compuesta como creada en el
momento. Planificación y espontaneidad en el norte en su sentido más
amplio.
Neil
Young + Promise of the Real - “The Monsanto Years”
Este
artista siempre ha sido sinónimo del rock en su más absoluta
definición y es porque su estilo, definido ya a finales de los '60,
poco ha variado en el tiempo y de alguna forma siempre suena actual.
Luego de los '90 (posiblemente su mejor época), lanzó varios discos
buenos. Sin embargo, en su beta más rockera, nunca logró llegar a
ese nivel con el que deslumbró en la década anterior. Sin embargo,
en este año 2015, con un grupo de músicos jóvenes, logró recapatar
la calidad y potencia de esa década de oro. Las canciones siguen el
estilo del rock sucio con aires de country y folk que caracteriza su
música, como siempre, pero parece haber un mayor trabajo en el
desarrollo de ellas. Temas como “Big Box” logran, en mi opinión,
llegar a ser de los mejores temas que ha grabado. Y creo que la
incorporación de estos músicos es un ingrediente esencial. Todos
los instrumentos parecen estar más trabajados, sea por arreglos o
por energía. Y algo no menor es la 2da guitarra tocada por Lukas
Nelson. A diferencia de Frank “Poncho” Sampedro, la mítica
guitarra rítmica de Crazy Horse (la banda que siempre ha acompañado
a Young), Nelson también toma el rol de solista. No es que Sampedro
no hiciera bien su trabajo, pero siempre quedaba totalmente opacado
por la guitarra de Young. En este caso, ambas guitarras trabajan a la
par, logrando en momentos interesantes contrapuntos, algo que nunca
habíamos escuchado en la música de este artista. Y lo más
interesante es que cada una tiene su propio sonido: Young con el que
ya todos conocemos, sucio, ruidoso y opaco, y Nelson con un sonido
más cristalino, agudo y claro. No será una novedad, pero es un disco
que sigue manteniendo el rock más puro vivo y con calidad....y que
afirma que Neil Young sigue siendo y siempre será el verdadero rey
del rock & roll.
Kamasi
Washington - “The Epic”
Kamasi
Washington es un saxofonista estadounidense que ha tocado con varios
grandes de diferentes géneros, sea Hancock o Shorter por el lado del
jazz como Snoop Dog o Flying Lotus por el lado del hip hop. Es más,
este año participó en el disco de Kendrick Lamar. Es un hombre del
jazz pero que puede poner pie en otros terrenos. Este año lanzó su
álbum debut y como lo dice el titulo, es “épico”.
Estilísticamente no es novedoso. Su música claramente parte del
jazz modal de Coltrane del principios de los '60, integrando también
el posterior modalismo con mezclas latinas de McCoy Tyner (quien fue
pianista de Coltrane y por ende también definió esa época), algo
del smooth jazz de los '70 de Grover Washington Jr. y finalmente las
claras sonoridades pop y soul afrodescendientes más actuales (que es
lo que hace que el disco suene a los 2010s y no a los '60). Los solos
y acompañamientos de los músicos son de gran nivel (digamos que de
lo más importante del jazz es el nivel de los músicos como
instrumentistas). Pero lo que hace a este disco ser verdaderamente
interesante es lo “épico”. Para empezar, es un disco triple y
ronda cerca de las 3 horas. Luego, ninguna de las grabaciones baja de
los 6 minutos; es más, solo una tiene 6 minutos y el resto van de
los 8 hasta los 14 minutos. Finalmente, compositivamente es muy
grandilocuente, tanto por el arsenal instrumental (que muchas veces
incluye hasta un coro), como por el volumen y gestos de los
instrumentos, y bueno, la mezcla con reverberación y sonido “grande”
ayuda muchísimo. Es un disco “épico”. La música es muy
interesante, pero es más interesante el disco como tal, por su
concepto. Hay una homogeneidad a lo largo de todo el disco, tanto en
calidad como concepto. Es un disco para maratón: la verdad y magia
de este está cuando uno lo escucha de corrido, las 3 horas. Solo ahí
uno se puede sumergir en su música. Cualquiera puede hacer un disco
de 3 horas, pero no cualquiera un mundo de 3 horas.
Kendrick
Lamar – “To Pimp a Butterfly”
Tal
vez este año, en hip hop, no fue tan interesante como el año pasado
(en cuanto a cantidad de discos que merecen ser nombrados), pero hubo
2 que atraparon. Uno de ellos fue el 3er trabajo de estudio de
Kendrick Lamar, “To Pimp a Butterfly”. El disco claramente nace
de la tradición del West Coast hip hop, con una base, arreglos y
melodías tonales pertenecientes al pop, funk, soul, etc; en fin,
podría rastrearse como hijo de 2pac y más que nada Jay-Z post-”The
Blueprint”. Sin embargo, este disco logró llevar cada aspecto que
hace a este género a un punto muy alto, tanto por las composiciones
en sí como por los arreglos. Hay una gran carga de detalles
instrumentales en cada tema que logran una gran polifonía en la cual
hay que prestar atención a cada uno de esos ladrillos que la
conforman. Lo interesante es que aquí, los diferentes instrumentos,
en vez de trabajar como un gran bloque como suelen hacer en el
estilo, tienen mayor individualidad, logrando que cada uno tenga su
propio contorno. Es un disco que precisa más de una escucha para
captar todo. A su vez, aunque en varios momentos los géneros están
mezclados, en varios momentos nos encontramos con un despojo enorme
de varios, quedándose solo con 1 o 2 y llevando más al límite las
características de ellos. Eso hace que el disco, en su totalidad,
contenga estas características que hacen del West Coast hip hop,
pero que individualmente cada tema pueda clasificarse en diferentes
géneros. Aunque no es un disco que llame la atención por su
lenguaje, es un disco que sí llama la atención por la variedad, y
más que nada por el trabajo que hay en cada tema a nivel de arreglos
y de uso de los instrumentos. No será una novedad, pero sin duda es
un gran trabajo que resume, de alguna manera, lo que ha sucedido
hasta ahora en una escena muy importante del género.
Mette
Henriette - “Mette Henriette”
El
disco debut de esta jóven saxofonista de Noruega es sin duda de las
cosas más interesantes de este año. Se trata de un disco doble,
donde el primero consta de música en trío de saxo, piano y cello,
mientras que en el segundo nos encontramos con un ensamble que
incluye, además, contrabajo, trombón, trompeta, violín, viola,
bandonéon y percusión. Es interesante porque cada formación adopta
su propio enfoque, aunque compartiendo un mismo lenguaje y concepto,
que por ende hace que el disco tenga homogeneidad y se presente este
concepto en 2 partes, 2 posibilidades. El primer disco, en general,
va hacia algo más tonal-modal bastante simple y económico, donde el
atractivo son esos esquemas claros donde ciertos aspectos tímbricos
que a veces pueden ser simplemente idiosincrasias del instrumento y
aquí pasan a tener un rol principal. El 2do disco es más caótico y
atonal en general, donde lo tímbrico es llevado a algo colectivo,
algo así como una búsqueda por un timbre general y donde lo que es
la base pasa a tener mayor predominancia. Claramente la composición,
o sea, lo premeditado, es el pilar aquí. Hay un claro lenguaje
establecido, una clara forma de interpretar y abordar la música por
parte de los músicos, nos encontramos con la constante reaparición
de motivos e ideas entre tema y tema (es más, se puede hasta notar a
primera escucha los motivos e ideas de un disco y los del otro),
incluso la improvisación, un elemento importante del disco, está
premeditada, o sea, la forma en que es abordada, lo cual hace que sea
una improvisación acotada, con reglas que van más allá de la idea
rítmica y armónica del tema, incluyendo también algo textural,
dinámico y de densidad. Por todo esto, es difícil de clasificar. De
jazz creo que hay poco en realidad. Por tener varios aspectos de
música clásica contemporánea y ese carácter improvisatorio, uno
podría asociarlo más bien al avant-garde jazz, pero aún así, en
mi opinión, tampoco entra, ya que este se trataba de un jazz con
aspectos de música clásica contemporánea, en cuanto a lo melódico
y armónico, pero estructuralmente seguía funcionando como jazz
tradicional, o sea, se presentaba un tema y luego había
improvisación por parte de los instrumentistas sobre una base.
Incluso cuando no seguía esa estructura había elementos
reconocibles de jazz, más que nada en la forma de tocar y acercarse
al instrumento. Aquí hay improvisación, pero todo se mueve como una
composición más formal a nivel estructural. Además, la
improvisación muchas veces es algo grupal que aporta más bien a
nivel textural y no tanto como algo individualmente identificable, o
sea, como decir “y aquí están los solo”. Por ende, es una
música que combina música clásica contemporánea con improvisación
careciente de género. Pero como dije, es una improvisación acotada,
con reglas, con ideas predeterminadas. ¿Y cuántas composiciones de
la rama más académica contienen esto, la improvisación acotada por
reglas? Y bueno, un enorme número en todo lo post-'50s. Mette
Henriette no es una compositora académica, pero tampoco popular o de
jazz. Es una compositora híbrida, con ideas claras y conscientes. Un
disco debut, de alguien tan joven, con un lenguaje ya bien definido
que recién es presentado, sin duda emociona y promete mucho más
para el futuro, y por eso podemos nombrarlo como uno de los mejores
del año.
David Torn - “Only Sky”
Este guitarrista estadounidense siempre
ha sido conocido por su extraño acercamiento a la guitarra. Tiene
fraseos de jazz, pero a la vez es sumamente ambiental y paisajístico.
Puede tocar melodías, pero a la vez está conectado a decenas de
pedales que desdibujan lo anterior. Es un guitarrista que se
concentra mucho en las texturas. Siempre toca en banda, pero en esta
ocasión decidió hacer un disco solista, solo él y guitarra
eléctrica, y gracias a esto y su encare, nos encontramos con un
disco bastante particular. Se trata de 9 temas que van desde los 3 a
los 13 minutos. Cada uno es un ambiente diferente. Alguno más
melódico, otro más textural. Algunos son más cercanos a algo
tonal, otros son puramente sonidos que escapan de la tradición
musical. Pero siempre hay una línea clara en lo que es el sonido.
Son temas hechos, en su totalidad, con guitarra eléctrica, haciendo
un enorme y evidente uso de pedales, lo cual permite que se esuche
más de una guitarra a la vez, sea por loops o delays. La complejidad
sonora, sumado a que es bastante etereo en general (salvo cuando
aparece algo más melódico), hace que la escucha esté todo el
tiempo atenta, pero por el tipo de música que hay, aún así se
logre una escucha relajada. Es más un disco para contemplar. Son muy
interesantes los sonidos obtenidos, que obviamente están enmarcados
dentro de una composición y desarrollo coherente que hace que lo que
se escucha no sea una simple muestra de los recursos del guitarrista.
Esto es algo que suele suceder con discos de este estilo. Como tienen
miles de recursos, usan todos y bueno, como es algo “ambiental”,
todo vale. Pero en una gran mayoría de las veces, se pierde el
interés porque estos sonidos no se presentan en un orden temporal
que sea interesante. Termina siendo más bien un catálogo. Aquí hay
composiciones claras, donde el desarrollo se puede seguir y se logra
algo coherente dentro de la propuesta. El disco termina siendo
interesante no solo por los sonidos presentados, sino por cómo se
las ingenia David Torn para que estos aparezcan de una forma
coherente y le den al oyente un hilo conductor que hace que esos
sonidos cobren sentido. Es una verdadera aventura para escuchar,
sumamente abstracta y eterea. Sin duda es un disco que precisa más
de una escucha, no solo para entender lo que sucede, sino para poder
lograr el estado necesario para apreciarlo. Es un disco con una
propuesta bastante particular para lo que es el estilo y nos trae un
acercamiento a la guitarra muy profesional en un ámbito en donde a
veces “todo vale” porque total nadie entiende nada (ni siquiera
los que la hacen). Si alguien podía hacer un disco de este estilo
con calidad e interés, ese tenía que ser David Torn.
Tim
Berne's Snakeoil - “You've been watching me”
El
saxofonista estadounidense volvió con su banda Snakeoil para darnos
otro de los más interesantes discos del año. Para los que conocen
el trabajo de este saxofonsita que ha trabajado desde los '80 con
grandes como John Zorn, Bill Frisell y David Torn, el material
presentado no debería sorprender en cuanto a calidad y lenguaje,
pero esto a grandes rasgos. Desde el inicio, Snakeoil, formado por él
en saxo alto, Oscar Noriega en clarinete y clarinete bajo, Matt
Mitchell en piano y Ches Smith en batería, agregándose Ryan
Ferreira en guitarra para esta ocasión, se ha destacado por una
música sumamente rítmica, donde los cambios de compás y métricas
extrañas son esenciales, una armonía atonal pero bastante clara, y
melodías con grandes saltos y cierta discontinuidad que no permiten
ser recordables en un sentido cantabile, pero sí son claramente
reconocibles en cuanto a contorno y desarrollo. A diferencia de la
música de Henriette, aquí sí hay elementos de jazz, tanto por
cierto encare global como por la forma de tocar. Además, aquí sí
hay improvisación muy clara que funciona como lo clásico en jazz, o
sea, un solista y acompañamiento. Sin embargo, y aquí lo
interesante, los solos, en casi todos los momentos, están
delimitados por esas reglas rítmicas y de discontinuidad melódica,
que son el fuerte de esta música, porque la identidad de los temas
aquí no se dan a nivel armónico o de variaciones melódicas sino a
nivel rítmico y de contorno melódico. Eso hace que la improvisación
sea distinguible, pero aún así genere duda cuando empieza y cuando
termina, ya que hasta lo escrito (que también es claro por la manera
en que trabaja la banda en esos momentos) contiene la misma
identidad. De alguna forma, ese encare puede recordar a la obra
maestra que es “The Way Up” de Pat Metheny. Sin embargo, este
último, por tratarse de algo tonal y mucho más cantabile, es más
fácil distinguir esto de lo que hablo y bueno, muchas cosas más. Lo
de este disco es una música compleja y difícil de tocar pero aún
así es sumamente clara y recordable. No en su totalidad, ya que por
su complejidad, es necesario una escucha y análisis profundo, pero
sí en cuanto a la propuesta. La propuesta queda impregnada en el
oído rpidamente. Las composiciones son largas, lo cual habilita a
que haya más de una parte, cada una claramente diferente, y así
cambios importantes en todos los parámetros. Aún así no es como
Death Grips en cuanto a cambios, ya que estos pueden hacerlos en solo
3 minutos. Aquí cada parte es desarrollada mucho más y la
transición entre una y otra es más suave, lo cual hace que la
música pueda resultar alocada peor no así violenta. Sin duda es una
banda que propone algo diferente en el jazz y este disco es otra
prueba más de ello, tal vez la mejor.
Björk
- “Vulnicura”
Este
disco comparte el primer lugar con el de Death Grips y no por nada.
Ya hace más de una década que cada lanzamiento de esta artista es
una verdadera obra de arte, tanto por la calidad como por la
propuesta (siempre conceptual y siempre novedosa). Y esta vez, por
suerte, no es un caso diferente. Los discos de Björk siempre están
bajo un concepto compositivo y hace ya 1 década aproximadamente que
de la mano del concepto compositivo va también una instrumentación
específica, clave para lo primero. Es que parece que toda su idea se
desarrolla a partir del instrumental elegido, con búsquedas
sumamente minuciosas, intentando de verdad componer algo que sea
específicamente para ellos, irreproducible en otros. En este caso,
nos encontramos solo con voces, electrónica y cuerdas (siendo esto
último lo llamativo y nuevo en la música presente), cada uno
trabajando en forma diferente, pero por tratarse solamente de 3
“colores” diferentes, se vuelve más fácil encontrar la conexión
y lograr un “todo”. La base electrónica tiene un rol rítmico en
casi todo el disco, marcando siempre el pulso pero con una serie de
ritmos, cambios de compás y tempo que a veces marean y
desestabilizan. Las cuerdas son la parte armónica, logrando en
momentos armonías muy interesantes aunque en su mayoría bastante
tonales. Pero siempre hay alguna búsqueda tímbrica hasta en los
momentos más ordinarios, llegando a extremos donde lo que hacen es
totalmente gestual, transformando la nota en el medio y el gesto y lo
tímbrico en el fin (o sea, el sentido opuesto a la música
tradicional). Finalmente las voces....siempre lo más potente de los
discos de Björk. Sin duda ella es de las cantantes más interesantes
que ha habido en la música popular en los últimos 30 años. Siempre
ha usado su voz como algo puramente sonoro y no como un medio para
las palabras, y este disco es otro ejemplo. Como siempre, nos
encontramos con esas melodías que saltan de registro, rompiendo el
tradicional fluir melódico, y el uso de ciertos fonemas para que la
palabra esté en función del sonido y no al revés. En este disco,
lo particular es, por un lado, como la voz ha adoptado muchos gestos
que nacen más bien de efectos de electrónica, como esos glissandos
de nota a nota que a su vez tienen proporcionalmente un aumento de la
dinámica, o la repetición en loop de ciertos fonemas. Esto,
combinado con la homofonía entre todas las voces, hace que las
melodías pierdan su identidad relacionada a la tonalidad del momento
y se transforme en algo puramente gestual. Y es que de eso se trata
este disco en realidad. Detrás de todo lo que puede estar
relacionado a algo más tradicional, está la verdadera esencia del
disco: una música ordenada en el tiempo no por notas y armonías, no
por estrofas y versos, sino por una serie de timbres, gestos,
dinámicas y cambios rítmicos trabajando a la par. No son canciones,
son composiciones, con su principio y fin, todas trabajadas bajo el
mismo concepto. Es un disco que no solo tiene sentido dentro de cada
composición en particular, sino en conjunto. Si hay algún disco
cuyo trabajo sea de gran calidad, muy minucioso y elaborado y que a
la vez suene nuevo, actual y novedoso, sin duda este es uno de ellos,
y por eso merece el 1er puesto.
Death
Grips - “Jenny Death”
El
otro gran disco del año, incuestionable y por alguna razón, ya no
sorprendente. Death Grips, desde su aparición, ha sido de las
propuestas musicales más interesantes del momento (tal vez la más
interesante). Formado por MC Ride en vocales, Zach Hill en batería y
programación y Andy Morin en programación, la música de la banda
es una mezcla entre hip hop proveniente del atonalismo y densidad de
Public Enemy, electrónica más experimental y el rave, el denominado
math rock (del cual Hill formaba parte con su antiga banda Hella),
hardcore y noise. Dicho todo, esto, uno ya se hace la idea que se
trata de una música intensa y sumamente agresiva, cargada de cambios
rítmicos complejos, una manada de sonidos que muchas veces se
acercan algo sumamente abstracto y no musicalmente clásico, vocales
que están entre el rapeo, lo hablado y el grito punk, y bases
electrónicas densas. Es una música cargada de información, donde
lo inestable es el elemento principal, haciendo que cada canción
tenga constantes cambios y diferentes partes. Además, cada timbre,
cada instrumento, cada voz, está trabajada de una forma que no puede
ser escuchada en forma banal. Es que Death Grips ha tenido la
capacidad de hacer valer el segundo. 3 minutos de Death Grips no son
3 minutos, son 180 segundos, y cada segundo puede ser un nuevo
evento. El disco de este año, “Jenny Death” es otra demostración
de la enorme calidad y originalidad que trae esta banda cada vez que
entra al estudio. Es la 2da parte de “The Powers that B”, un
álbum doble lanzado en 2 partes. La 1era fue “Niggas on the Moon”,
que fue lanzada el año pasado y obviamente logró ser lo mejor del
año y lo mejor de la década hasta ahora (decir de estos últimos 14
años puede ser mucho, pero me atrevería a decir que puede llegar a
serlo). Mientras que “Niggas on the Moon”, musicalmente, era más
cercano a la electrónica y algo más claro, “Jenny Death” sin
duda es más ruidoso y sucio e incorpora elementos que lo hace más
rockero, sobre todo por la participación de Nick Reinhart
(guitarrista de Tera Melos) en varios temas. Ambos discos son
intensos y tienen todos los aspectos anteriormente nombrados
trabajados minuciosamente, pero sin duda este tiene algo más
hardcore que lleva a todo al extremo sonoramente. Es mucho más
agresivo y ruidoso. Los timbres son más indefinibles por estar
rodeados de una capa de ruido (incluso las vocales lo tienen por la
agresiva forma de cantar). Además, la 1era parte era más reducida
en cuanto a sonidos, lo cual hacía que cada una pudiera trabajarse y
variarse más. Si “Niggas on the Moon” tenía un gran interés
por sus cambios rítmicos extremos como nunca antes y su mayor
claridad, “Jenny Death” lo tiene por esa densidad sonora extrema
que transforma le resultado en una capa en constante cambio. Es como
que cada uno tiene un aspecto trabajado tan al límite que requiere
de demasiadas escuchas para lograr descifrar esa abstracción (que tal
vez es imposible). Es una música compleja y sumamente densa, pero a
la vez puede resultar clara, porque por esa sobrecarga, el oído
tiende a unir todo en una sola mancha, pero al poner atención en
cada trazo, uno nota en esa mancha es una gran masa de información.
En “Jenny Death” parece, además, haber algo más de música
industrial comparado con los discos anteriores. Los aspectos de este
género siempre formaron parte de la banda, pero esta vez son más
prominentes. Si alguna vez se los catalogó como noise y/o
industrial, ahora más que nunca. Es que lo interesante de este disco
es como tanto la parte de electrónica como la de guitarra y batería
adoptan sonoridades que parecen creadas por ellos, o sea,
tímbricamente. Si uno logra por un momento despojar el resultado de
cada instrumento de la nota, o sea, pensar solo en el timbre, uno se
da cuenta que ese sonido puede que no exista y que es algo de este
disco. Incluso de existir, nadie lo asociaría a un instrumento
musical. Y si a eso le sumamos la inestabilidad característica de la
banda (aunque este disco seguramente sea el más estable y con menos
cambios por adoptar una estructura más cercana a la canción de
rock), lo que se genera es un verdadero caos, pero un caos
premeditado y organizado. “Jenny Death” es sin duda el mejor
disco del año, que sumado al anterior lanzamiento, forma “The
Powers that B”, disco de enorme calidad que ha logrado ser la mayor
originalidad y novedad de los últimos años por lejos. Todo esto,
sumado a todo el trabajo anterior, demuestra que Death Grips es la
propuesta musical más novedosa en mucho tiempo y que con este álbum
que cierra este proyecto empezado el año pasado lograron una
verdadera gema en la música que merece el mayor de los
reconocimientos, porque más allá de gustos, todo lo que he dicho
antes es incuestionable, porque es totalmente tangible. Si hay alguna
propuesta musical que pueda definir mejor que ninguna qué es la
música de este año, de esta década y de este siglo por ahora, sin
duda es Death Grips.
NACIONAL
Cadáver
Exquisito - “750 mg”
El
3er disco de estudio de Cadáver Exquisito marcó un importante
cambio en la banda. Aunque desde sus principios se les podía
denominar como una banda “pesada”, en este 3er álbum encontramos
canciones prácticamente despojadas de aquel blues rock pesado del
estilo más Led Zeppelin, profundizando en géneros más cercanos a
la rama del metal más punk. Influencias como Melvins,
Black Flag, Fugazi y Shellac (o más bien el trabajo en general de
Steve Albini, porque Big Black y Rapeman se pueden rastrear aquí)
son las más prominentes, lo cual nos muestra una música que ronda
entre el doom y sludge metal con punk, hardcore y grunge. Además de
esto, han habido cambios en la banda en cuanto a forma de ensamblar.
La banda suena como un sólo objeto y no como 4 que se unen. Es como
si el trabajo de cada integrante estuviera conectado con el de los
demás. Esto se evidencia más que nada con los cambios rítmicos o
ciertos ataques. Incluso ciertos arreglos de guitarra, como riffs
repetitivos, están en función de algo más de unidad y no tanto
como algo solista. Sin duda es de los elementos más clave en este
nuevo trabajo. Las vocales también tuvieron cambios que definieron
el disco. En esta banda siempre giran en torno al grito más que al
canto. Incluso cuándo es con voz limpia, la entonación es algo que
se roza simplemente para emular la musicalidad. Al adoptar un sonido
más punk, este tipo de voz cobra mucho más sentido porque no
importa tanto la melodía sino el gesto. Son vocales mucho más
cercanas a la sensación que a algo clásico-musical. Y en este
disco, trayendo una música que sin duda es más agresiva, este tipo
de vocales se ajustan a la perfección. “750 mg” es uno de esos
discos que faltaban en el rock uruguayo, en el rock más pesado.
Hacía falta un disco que de verdad pusiera este género del metal en
presencia y con calidad. Pero más que nada, hacía falta de alguna
banda que por más que sus influencias fueran claras, tuvieran algo
para ofrecernos que nos obligue a ir a ellas si es esa música en
específico lo que estamos buscando, algo que dijera “esto es de
esta banda y no de otra”. Obviamente Cadáver Exquisito no es la
nueva gema del rock ni nos traen algo indescriptible. Es clasificable
sí, pero no por ello dejan de ser Cadáver Exquisito. No son una
banda más. No tomaron los elementos y trucos de estos estilos para
imitarlos y listo. Le han encontrado su propia forma, otra forma de
interpretar esta mezcla.
Hablan
por la Espalda - “Sangre”
Después
de 5 años sin lanzar ningún material de estudio, Hablan por la
Espalda volvió fuerte y preciso para traernos el tal vez más
nombrado y aclamado disco de la música uruguaya de este año. Con
este nuevo lanzamiento lograron consolidarse como una banda “mayor”
sin perder el pie en la música independiente y la escena under,
porque de ahí vienen y de ahí se sienten. Como ya es tradición, la
banda no dejó pasar la oportunidad de mutar nuevamente, sin dejar
atrás lo que venían trayendo desde sus inicios. Supieron pasar por
el punk y hardcore, luego agregando algo más alternativo y complejo,
seguido por una clara adopción de un sonido autóctono, agregando
mucho del folclore afrodescendiente de nuestro país y el legado de
las bandas de rock de fines de los '60 y principios de los '70,
transformando su música en un verdadero ritual. Este año, con este
nuevo disco, no “ahondaron” en esas influencias natales como
muchos dicen, sino que, al igual que lo hecho anteriormente, lo
mantuvieron como una herramienta más, pero la estética y concepto
de este disco se trataría más de lo agregado. Aunque
es un retorno a la canción, no es de ninguna forma en el sentido más
tradicional. En su gran parte, son más bien composiciones con un
desarrollo, más allá de que se pueda detectar un verso y
estribillo. En este sentido, HPLE tomó un camino más progresivo.
Es
un progresivo en el sentido más de Led Zeppelin post- “IV”, Deep
Purple, Iron Maiden: canciones rockeras musicalmente, pero con mayor
desarrollo, con varias secciones que muchas veces no se repiten y se
puede identificar un principio y un fin en el sentido más clásico.
Es más, por los aires de más de los '60 uruguayos, hay que hablar
de Totem (evidentemente), pero también de Psiglo y Opus Alfa. La
prolijidad es un elemento clave, el cual se ve reflejado en varios
aspectos del disco. Hay un enorme énfasis en los detalles y
arreglos. Esto hizo que la banda funcione de una manera diferente a
su disco anterior. Ya no suena como un bloque. Ahora cada instrumento
obtiene mayor independencia, mayor consciencia de sí mismo. Sin
embargo, ninguno toma un rol principal. Hubo mayor independización,
pero todos a la par. Funcionan como instrumentos separados pero que
van juntos por el mismo camino. Por decirlo de alguna manera, todos
usas diferentes estrategias para llegar al mismo lugar. Esto permite
que ningún instrumento se pierda ni quede opacado por otro. Están
todos en el mismo nivel y se puede escuchar tranquilamente como un
“todo” o prestar atención a uno en particular. En fin, podría
tenerse diferentes escuchas de cada canción. Por otro lado, la
producción. Es un disco que suena prolijo, limpio, sin llegar al
punto de “lavado”. Es un disco que “suena bien” y que
claramente es un elemento más de la estética general del disco. La
limpieza está en los instrumentos y el estudio es otro instrumento y
como tal, y por ser una banda que trabaja en conjunto, debía ir por
el mismo lado. Queda en claro que este disco nos trae una nueva cara
de la banda y expande el campo musical dónde venían trabajando.
Pero lo más importante es que como resultado, como objeto artístico,
más allá de su contexto, tiene un enorme trabajo en todos los
sentidos y nos trae un rock puro pero con un arduo trabajo, en todos
los sentidos. Es un disco “fino”, en el mejor sentido de la
palabra y hace tiempo que no hay discos “finos” de rock en este
país. Ahora sí.
Fernando
Henry, Lucas Meyer, Pau O'Bianchi - “Fernando Henry, Lucas Meyer,
Pau O'Bianchi"
En
este año 2015 hubo 3 álbumes que a
mi consideración deberían dejar (y más bien dejarán en alguna
medida) una estampa importante en la música popular uruguaya. A
principios de este año salió a la luz un disco en colaboración de
3 cantautores más o menos conocidos en la escena under. Pero a
diferencia de lo que muchos podrían imaginarse, no se trato de
simplemente una colección de canciones compuestas en conjunto en un
determinado período. Se trata de un disco con un concepto muy
particular. No es una historia o algo con algún hilo conductor en
cuanto a letras. Tampoco es un concepto musical en cuanto a lenguaje.
Es más bien un concepto que tiene sentido solo en disco. Y es porque
la idea era hacer un disco de cancions cortas, cuasi efímeras, como
si fuera una escucha online. Es un disco que parte de la escucha
fugaz que se tiene hoy en día en internet, donde una gran mayoría
escucha unos momentos de una canción y antes de que termine, ya pasa
al siguiente y así sucesivamente. Son 15 canciones, algunas de 3
minutos y algunas que ni siquiera llegan al minuto. Lo divertido es
que en cualquiera de los casos, los temas se desarrollan muy
rápidamente, porque a veces el desarrollo que se da en 3 minutos es
muy rápido para lo que presenta el tema. En muchos casos los finales
son totalmente abruptos, como si de verdad se hiciera un skip en la
mitad del mismo. Algunos tienen una intro y estrofa principal muy
corta y el final es prolongado (en comparación a lo anterior). En
todos los casos se presenta un género diferente, pudiéndonos topar
con algo super nacional como algo más pop, incluso algo krautrock a
lo Neu!. Y como es de imaginarse, el salto de género en género
puede ser extremo. Es un disco bastante particular. De tratarse de
canciones con un desarrollo normal, sería una colección de una
variedad de cosas cuya conexión podría no existir. Un disco de tal
variedad de géneros puestos casi que al azar nunca tendría mucho
sentido, se sentiría la heterogeneidad al punto que no se le
encuentra una identidad. Pero en este caso, y por eso la
particularidad, el hilo conductor, el fuerte sentido que cobra el
disco, no es por algo musical estrictamente, sino por como es
presentado el conjunto. Claro, el manejo del tiempo es el pilar de
todo el disco y bueno, digamos que es la magnitud que más le
concierne a la música. Pero aquí el tiempo, en cada tema, es un
delimitador más que un recurso para ordenar los materiales. El disco
tiene sentido no por aspectos musicales en fin, sino por aspectos de
armado de lo que le concierne al disco mismo: la duración de cada de
uno de sus elementos, su duración total, la forma en que esos
elementos empiezan y terminan y cómo se conectan entre ellos. Y es
gracias a eso que luego la música cobra sentido, porque en algo así,
la super heterogeneidad es algo que funciona, el corte abrupto es
algo que funciona, la efimeridad es algo que funciona. Las canciones
son buenas, algunas más, algunas menos. He escuchado decir que a
algunos los temas “se les hacen cortos”, como que necesitarían
mayor desarrollo. Y es ahí cuando uno se da cuenta del potencial de
este disco, porque, como sucede pocas veces, la música tiene sentido
dentro del formato presentado y más nada. Es un disco que tiene
sentido por ser disco, no por ser música. Y gracias a esto sumamente
original y muy bien hecho, es que merece estar en esta selección.
Señor
Faraón - “Piel de Culebra”
Este
fue otro de eso 3 lanzamientos de los que hablaba. Luego de
despojarse bastante del blues, luego de dejar el inglés por el
español en sus letras, luego de incorporar varias influencias de
nuestra región (tanto uruguayas como de otros países), el lenguaje
de Señor Faraón adoptó una cara prácticamente que nueva, una que
ahora lo enmarca más en algo autóctono, pudiéndose trazar líneas
que lo conecten a varios artistas nacionales, sin perder todas las
características que definían su música desde un principio, que son
principalmente su acercamiento a la voz y por sobre todo a la
guitarra. Y en este disco vemos esas caras viejas y esta nueva unidas
para lograr un disco super heterogéneo en estilo pero homogeneo en
calidad. Son 10 temas, cada uno con un paisaje diferente. Algunos más
cercanos entre sí, otros bastante diferentes. Claro, siempre dentro
de un contexto tonal de músicas que nos van a sonar a todos
cercanas. No nos vamos a encontrar con nada novedoso por el lado de
estilos. En ese sentido, no nos va a llamar la atención. Lo valioso
es como, por un lado, están todos esos estilo muy bien logrados, y
por otro, la calidad instrumental y arreglística de Varela. Cada
tema hace uso de su estilo al máximo, buscando las diferentes
posibilidades para arreglos y detalles fugaces que hacen que lo que
ya conocemos tenga todos los colores, porque la paleta de ellos ya es
conocida y lo mejor que se puede hacer hoy en día es aprovecharla
toda, en su mayor nivel. Parte de la gracia del disco es la
evidenciación del multi-instrumentalismo de Varela, la cabeza detrás
de este proyecto solista. Acá nos vamos a encontrar con diversas
guitarras, diversas percusiones (desde tambores hasta glockenspiels),
diversas voces, diversos instrumentos de cuerda (como charango o
triple), y todos trabajando como si fuera una gran banda, dando
siempre lugar al juego entre ellos, sea desde la polirritmia o la
polifonía. La adopción del español no es menor tampoco, ya que
también define la estética de las mismas y en fin, de la canción
en general. Hay mucha más metáfora, un tono más poético y no tan
directo como sus anteriores letras. Esto le da un toque a la música,
pues es muy paisajística y con este tipo de letras, se ve reforzado
gracias a esa mayor ambigüedad y abstracción. El disco adquiere un
gran valor no por traernos algo novedoso a nivel general en la
música. No está inventando nada nuevo. No es que nos trae un nuevo
estilo o forma de componer. No hay un lenguaje personal muy grande
que se vuelve bastante inclasificable. Lo que se presenta en “Piel
de culebra” son estilos que ya son conocidos por todos y que además
se abordan como canciones tonales, o sea, no hay tampoco una ruptura
a nivel constructivo, ni armónico ni melódico. Sin embargo, tampoco
podemos decir que sea un disco que no aporta a algo más grande y
cuyo valor solo se pueda medir por su calidad dentro de un estilo.
Para empezar porque no hay un solo estilo, sino varios, a veces
lejanos. Pero por sobre todo, porque todos están hechos con un gran
nivel, tanto instrumental como compositivo, y el uso de de los
instrumentos está pensado, en una gran mayoría de los casos, de una
forma que escapa de la tradición de cada estilo presentado. Es algo
así como una sumatoria de varias cosas que venimos escuchando hace
años pero llevadas a un nivel mayor, o más bien, una unión de lo
máximo o cuasi máximo que se ha llegado en cada una. Es un disco
cuyas canciones funcionan por sí solas, pero que en conjunto, la
suma de toda esta heterogeneidad llevada a un nivel alto, le dan algo
que lo separa de una gran mayoría de discos de nuestro país. Y por
ese aspecto, diría que sí está aportando algo nuevo. Es un disco
que nos trae aquello que todos conocemos pero que “le busca la
vuelta” para que la fórmula final sea algo diferente e
interesante, porque de alguna manera, no hay otro “Piel de
Culebra”. Y es por eso que lo hace el mejor disco de lo que ya
todos conocemos de estas zonas de los últimos años y en fin, es lo
que lo hace el mejor “Piel de Culebra” que hayamos escuchado y
vayamos a escuchar.
Portillo
- “Portillo”
Este
disco es de esos que son incuestionablemente algo poderoso, guste o
no. Es poderoso porque nos encontramos con un trabajo muy minucioso,
porque se puede hablar de lo compositivo y de los arreglos por lados
separados, pero la línea es tan fina, que no tiene sentido. Y es
porque todos esos arreglos hacen la composición y de esa manera la
composición termina siendo un verdadero puzzle, lleno de detalles
interesantes hechos de gran manera. Pero es aún más poderoso cuando
nos damos cuenta que el resultado tiene algo que no lo podemos
asociar a nada, no en el final. Se pueden rastrear influencias como
Jorge Lazarrof, Luis Trochón y otros del palo de Uruguay por un lado
(aunque sus guitarras también contienen aspectos de guitarristas
folclóricos del continente), y por otro lado Pixies y varios del
rock alternativo de los '80 y '90. Esta combinación se hace bastante
atípica, más si le agregamos todo lo anterior. Pero el problema es
que no solo debido a la combinación no lo podemos identificar con
alguien, sino porque esa combinación está además trabajada, por un
lado, con una búsqueda tímbrica diferente en cada instrumento, sea
las guitarras (que son lo más interesante a nivel instrumental), las
percusiones o incluso las voces (que sin duda son lo más
desafiante), y por otro lado con un ordenamiento en el tiempo que es
bastante particular y original. Los cambios de velocidad, las
polirritmias entre los diferentes instrumentos. Es una gran carga de
información. A todo esto, hay que sumarle el aspecto más
interesante: los constantes cambios anímicos. Un solo tema puede
tener varias secciones y estar saltando de una a otra y retornando a
las mismas en tan solo segundos. Y lo llamativo (y seguramente más
chocante al oyente) es que estos cambios son generalmente sumamente
bruscos, lo cual se potencia porque en ellos hay también cambios de
tempo y hasta de dinámica. El cambio de sección puede ser
repentino, como si fuera un corte y pegue. Y como dije, se puede
volver repentinamente a lo anterior. Esto, combinado con la constante
búsqueda tímbrica, el juego entre lo tonal y atonal, el gran
trabajo contrapuntístico entre los diferentes instrumentos, hace que
el oyente se vea atacado de un flujo de información grande, lo cual
necesita de una escucha muy atenta para que nada pase desapercibido.
Y más que nada, genera una inestabilidad que se aleja mucho del
discurso musical más tradicional, donde el pasaje del tiempo es un
fluir más armonioso y conexo. Gracias a estos aspectos, la música
de Portillo es super intensa. Es intensa cuando es agresiva pero
también lo es hasta en lo más calmo. Y sin lugar a dudas, es
oscura, y no por algún marco socio-político (como el de algunas de
sus influencias). Es más una oscuridad existencial, por lo cual, la
música se vuelve más personal y puede hasta generar aún más
rechazo, por el nivel de identificación que uno puede tener (o no
tener y querer evadir ese existencialismo que en sí rodea todos los
días). No solo es un disco de gran calidad compositiva e
instrumental, o sea, a un nivel en donde todo los aspectos musicales,
sea lo armónico, melódico, rítmico, dinámico, tímbrico, etc,
están enormemente trabajados y entran dentro de un concepto (porque
la verdad es que en practicamente ningún disco nacional podemos
encontrar música donde TODOS estos parámetros estén trabajados de
verdad y vayan todos en la misma dirección), sino que todo esto está
trabajado de una manera atípica y da un resultado no solo de enorme
interés, sino original y por ende novedoso. Por más que se puedan
trazar líneas, nada se asemeja a Portillo, sea por el lenguaje o por
el trabajo minucioso que abarca todos los aspectos musicales. Es un
disco que marca un “paso adelante”. Como toda novedad que
transgrede varias de las reglas de la música tradicional, no es para
nada amigable. No es fácil de escuchar. Hay muchas cosas diferentes
y mucho detalle. Pero es por eso que merece este primero puesto. Y
diría no solo del año, sino de muchísimos años hasta ahora. Creo
que hace mucho tiempo que no se presenta un trabajo que llegue a este
nivel de calidad y originalidad. La calidad es algo que no está
ligado a la originalidad. Pero esa calidad crece aún más cuando se
topa con este otro aspecto, porque el resultado termina siendo
novedoso y porque la calidad no puede ser comparada con ninguna otra,
porque sus reglas van más allá de las comunes. Por eso puedo decir
que por más que la lista nacional sea acotada (porque han salido
muchos discos este año), este disco ya hace que el 2015 valga
muchísimo a nivel nacional. Nos encontramos con un disco que no solo
es todo esto para este país, sino para la música en general.
“Portillo”, el disco debut de Portillo, es el mejor álbum que ha
salido en Uruguay en años, uno de los mejores a nivel global del año
y una verdadera obra de arte para la música en general. El
merecidísimo e incuestionable puesto 1 de nuestro país por ahora y
tal vez por un tiempo.
Finalmente, el top 5 global de este año:
1) Death Grips - "Jenny Death" / Björk - "Vulnicura"
2) Portillo - "Portillo"
3) Tim Berne - "You've been watching me"
4) David Torn - "Only Sky"
5) Mette Henriette - Mette Henriette
HASTA EL AÑO QUE VIENE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!