viernes, 21 de junio de 2013

Michael Brecker - "Pilgrimage"

Como había prometido en la reseña anterior, hoy les traigo un disco de Jazz. Pero no es cualquier disco.

El disco que presento hoy es el último que lanzó Michael Brecker, el saxofonista más influyente del jazz después del gran John Coltrane, el 22 de Mayo del 2007, 4 meses después su muerte a causa de leucemia el 13 de Enero del mismo año.

Este saxofonista y compositor vio la luz al éxito con su primer banda llamada Dreams, una banda de jazz rock, estilo que tuvo su auge en los ’70. Aunque su vida fue corta, le abrió las puertas, iniciando una exitosa y prolífera carrera junto a su hermano Randy Brecker, trompetista cuyo nombre es sin duda menos importante en el mundo del jazz.

Su carrera incluyó un buen número de discos solista así como una enorme cantidad de colaboraciones, tanto en el grupo que formó con su hermano, The Brecker Brothers, y Steps Ahead, la banda del vibrafonista Mike Mainieri, como en otras junto a grandes jazz, como Herbie Hancock, Pat Metheny, Billy Cobham, Chick Corea, Charles Mingus, Jaco Pastorius, McCoy Tyner y Elvin Jones, y grandes del rock, como John Lennon, Paul Simon, Joni Mitchell, Eric Clapton, Frank Zappa, James Taylor y Bruce Springsteen.

Michael Brecker fue sin duda un antes y después para el saxo en el jazz. Desde John Coltrane que no aparecía alguien que marcara un verdadero cambio. Es verdad que en el camino estuvo Wayne Shorter, que grandes cosas aportó, tanto como solista como en sus trabajos con Miles Davis y su influyente banda de jazz fusion Weather Report. Pero fue Brecker quien marcó un nuevo rumbo.

Es que uno escucha a cualquier saxofonista post-Brecker y las influencias de este grande se encuentran en las bases de todos. Su capacidad de lograr una técnica virtuosística pero a su vez una calidad melódica de enorme superioridad es lo que lo hace un grande.

Muchas veces se escuchan guitarristas, bajistas, saxofonistas, lo que sea, con una calidad virtuosística enorme pero con una falta melódica enorme. Estos hombres saben las escalas de punta a punta y empiezan a pasar por ellas como una bala. Felicitaciones por su rapidez y agilidad, pero no dicen nada amigos. Son notas tocadas a gran velocidad.

En mi opinión, un gran instrumentista es aquel que puede crear algo que melódicamente sea increíble. Siempre cito a Neil Young, un guitarrista que carece completamente de virtuosismo técnico. Sus solos son extremadamente fáciles de tocar. Ahora, nadie, y digo NADIE, los toca como él. Y esto es lo que sucede con Brecker.

Brecker tiene la capacidad de tocar super lento y llenarnos el corazón. Pero lo grandioso es cuando llega a un gran virtuosismo y a su vez tiene la capacidad de crear algo que hasta se puede cantar, algo que nos llega al alma. Es un hombre cuyo tocar tiene sentido constantemente. Nunca hace que el virtuosismo deje de lado la parte melódica y a su vez, la parte melódica nunca llega a aburrirnos.

Es que yo siempre sostengo que los mejores instrumentistas son los del jazz. No hay con que contradecirlo. Técnicamente, son las bestias de la música, porque llegan a un virtuosismo increíble, pero a su vez, saben improvisar de verdad. Pueden estar modulando de escala cada 2 acordes y aun así lograr un solo con una sofisticación y profundidad inigualable. A alguno le podrá gustar más ciertos guitarristas de rock, pero discúlpenme (y esto lo digo porque en mi Top 10 guitarristas, la mitad serían de rock y la mitad de jazz), los músicos del jazz son los reyes y todos deberíamos arrodillarnos ante ellos. Y ya entenderán en los próximos párrafos por qué lo digo, porque este hombre estuvo muy bien acompañado en este disco.

En el 2004, Brecker fue diagnosticado con leucemia. Realizó una exhaustiva búsqueda de un donante pero de nada sirvió y supo que estaba condenado a la muerte.

De a poco su salud fue emporando y su cansancio era notorio. Sin embargo, su entusiasmo no y tuvo la gran motivación de hacer un nuevo disco, sabiendo perfectamente que este sería su último.

Como gran músico, y bueno, como toda gran persona, sabía que al ser su último trabajo, este tenía que ser genial, una perfecta despedida. Y obviamente, para lograr esto, Brecker fue en busca un gran equipo.

En este disco lo acompañan Pat Metheny en guitarra, Herbie Hancock y Brad Mehldau alternadamente en piano, John Patitucci en contrabajo y Jack DeJohnette. En otras palabras, uno de los mejores guitarristas de la historia, 2 de los mejores pianistas de jazz de la historia, uno de los mejores contrabajistas de la historia y uno de los mejores bateristas de la historia. Básicamente, un mega dream team. Cualquiera de estos tiene la versatilidad estilística, la destreza técnica y la calidad melódica que cualquier músico desearía tener, sin duda.

En este disco encontramos algunas de las más complejas composiciones que escribió Brecker. Las progresiones armónicas a veces parecen de otro mundo. Los enlaces armónicos son tan originales que en momentos parece que estuviéramos escuchando el futuro del jazz, lo cual abre las puertas a una improvisación sumamente original y profunda.

Algo super interesante son los temas compuestos para las composiciones.  Algunos, como el de “The Mean Time”, son cortos y super pegadizos. Pero otros, como el de “Tumbleweed” son tan largos que dejan de ser temas y se transforman en un trabajo de ensamble de cámara de alto nivel. Es que es de verdad sorprendente como pasan de la improvisación a lo preparado anteriormente sin siquiera pestañar. Lo logran con una naturalidad y perfección sobre humana.

Pero lo más sorprendente es la energía del disco. Uno esperaría que, debido a la salud de Brecker, el disco fuera un poco más melancólico y triste. Sin embargo, Brecker llega con una energía inigualable, creando composiciones con una enorme adrenalina. Incluso en las más tranquilas, como "Five Months from Midnight" y "When Can I Kiss You Again?" (cuyo título nace de las palabras de su hijo antes de que Brecker entrara en aislación luego de una operación), la emoción que se genera es increíble. Es que es lo que tiene este disco. Cuando lo escuché por primera vez, no podía dejar de decirme “POR DIOS! POR DIOS! COMO LO HACEN!!!!”.

Esto es debido a que, además de las composiciones mismas, los músicos pusieron un enorme esfuerzo y pasión al grabar. Todos sabían que sería la última vez que tocarían con su gran amigo y sabían que tenían que poner el entusiasmo que nunca antes habían puesto. Y esto se nota.

Los ritmos que logra DeJohnette, las bases que toca Patitucci, los solos y acompañamientos dementes de Hancock y Mehldau, los solos y temas que tocan Brecker y Metheny; todas estas cosas están en un nivel desorbitante. He escuchado varios discos de cada uno de ellos y quiero decirles que pocas veces los he escuchado con tanto nivel, tanta pasión, tanta energía, tanta calidad.

Si tuviera que resumir el disco en una sola palabra sería “energía”. Es lo que tiene este disco. Es un constante “VAMOS! DENME MÁS!”. La emoción que genera este disco es impresionante.

Pero hay algo llamativo de este disco. Se logra una enorme calidad, un enorme virtuosismo, una enorme liricidad y aun así es un disco fácil de escuchar. Es un disco alegre y complejo pero que puede ser escuchado hasta por un desconocedor de este género. Es más, sería un excelente comienzo para un curioso que quiere empezar a escuchar jazz. Claro, todos sabemos de los discos de Miles Davis y John Coltrane, esos discos que marcaron historia y que tienen una magia enorme y son fáciles de escuchar. Pero este disco es de hoy en día. Es actual y suena actual. Alguien que escucha música de hoy en día y quiere empezar a escuchar jazz, no le va a convenir escuchar algo de esos 2 artistas, por más grandes que sean, porque quieran o no, uno se da cuenta que es un sonido más viejo. Increíble, pero viejo. Y alguien que esté acostumbrado a escuchar rock del fines de los ’90 y del siglo XXI va a necesitar un sonido más actual. Una vez que esté adentrado este género, o cualquiera, ya no hay vuelta atrás y va a tener tiempo para viajar en el mismo y descubrir esas grandes gemas que moldean un género.

Es un disco muy valioso, tanto para el jazz como para la música en general. Lo que se presenta aquí, como dije, es de enorme calidad (creo que mi extremismo superlativo quedó bastante claro) y es sin duda de los mejores discos de jazz de los últimos años (es pronto aún para decir que es de los mejores de la historia, pero conociendo mi emoción, en 2 semanas lo estaré diciendo….). Pero acá se demuestra que la vida puede ser increíble hasta el final.

Brecker se encontraba con una salud deteriorada y con una muerte cerca e inevitable. Y uno esperaría que este hombre no produjera nada o, si lo hacía, fuera algo con cierta tristeza. Sin embargo logró un disco lleno de vida, energía y alegría. Tal vez nunca estuvo tan vivo como en ese momento.

Es algo que duele. A los amantes de su música por haberlo perdido y saber que nunca más tendrán la oportunidad de escucharlo. Pero creo que es un dolor que todos deben sentir, a mayor o menor medida. Creo que sí, porque se trataba de una buena persona, de alguien que aportó mucho al arte, la cultura y la humanidad. Creo que hoy en día, la empatía es lo único que nos puede salvar y unir y hay que saber que cada vida, no importa cuán famosa o importante sea, es de gran valor. Creo que ese indiferencia por la muerte de alguien que no es cercano a uno, esa indiferencia que se transmite en los informativos, esa indiferencia que se muestra en una película de acción cuando el “héroe” mata a 40 personas como si fuera algo divertido y de grandeza, es paupérrima, desagradable, degradante y patética.

Herbie Hancock dijo sobre este disco: “Michael ha alcanzado un nuevo nivel como compositor y músico. A pesar de su enfermad, o más bien debido a ella, se las ingenió para escalar montañas más altas y seguir adelante. La mejor forma de tomar un veneno es transformarlo en medicina. En este momento, Michael está experimentando algo sumamente destructivo y lo transforma en algo extremadamente constructivo”

Como amante de la música, como amante del jazz y como amante de la música de Brecker, me dolió mucho su muerte. Y más aún al escuchar este disco. Sin duda me quebró el alma al escucharlo.

Pero a su vez me dejó contento y emocionado. No solo tuve la enorme oportunidad de escuchar un disco que de verdad transmite algo, con una calidad compositiva enorme, una técnica asombrosa y una energía y vida infinita, sino que me hizo saber que la vida se vive hasta el final y que nada, pero nada, puede detenerlo a uno cuando la pasión es más grande que cualquier enfermedad.

Michael Brecker fue un ejemplo, como músico y como persona. Y aquí estoy yo, 6 años después diciéndole “Gracias por tu música. Me has cambiado de por vida y siempre te tendré en mi corazón.  De verdad conseguiste la grandeza y supiste como despedirte. Y maldito hijo de puta, te fuiste y nunca tuve la oportunidad de preguntarte como mierda lo hacías!!!!”


Les dejó aquí un mini documental sobre las sesiones del disco:



Lamentablemente hay solo 2 canciones subidas a Youtube, pero como se tratan de las mejores del disco, creo que ya es una buena razón para salir a buscarlo para escucharlo en su totalidad:






Espero que les guste y hasta la semana que viene!!!!!        








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