viernes, 13 de diciembre de 2013

Revólver - "Vengan Todos a la Luz"

Luego de varias semanas sin escribir debido a compromisos, vuelvo con un disco que varios hemos estado esperando por varios meses.

En varias ocasiones les he hablado de un círculo de bandas under de Uruguay, las cuales tienen un enfoque desgarrador y cercano a la pureza del rock. Les hablé de Oro, Los Extraterrestres, Santacruz pero faltaba una. Y finalmente se las traigo porque han decidido dar a conocer su último trabajo de estudio.

“Vengan Todos a la Luz” es el 2do trabajo discográfico de Revólver, una de las mejores bandas de la escena under y de las mejores de rock uruguayo sin lugar a dudas. Y esto no solo lo digo en un plano sentimental y puramente personal. Ya les iré explicando porque.

La banda está conformada por Daniel Croza (bajo), Gonzalo Marín (guitarra, voz), Ismael “El Faraón” Varela (batería, voz) y Mauricio Sepúlveda (guitarra, voz). El último se unió el año pasado. Proveniente de la banda folk-rock Vincent Vega, sin duda le ha dado un toque diferente a la banda. No tanto estilísticamente, pues el sonido sigue siendo de power trio y ahora sobrecargado, pero sí en arreglos de carácter melódico.

La música de Revólver es un enfoque personal de géneros que ya están bien consolidados en el rock pero que nunca está de más redefinirlos, sobre todo cuando la industria musical se las arregla para destrozar todo lo logrado y en gritos de esperanza, una búsqueda en el pasado con ojos del presente siempre es una buena arma para reflotar la honestidad y genuinidad de aquello que le da voz a nuestro enojo y euforia.

La base es de blues rock sin duda. Sin embargo, se acerca más al de bandas post-Cream, sobre todo Led Zeppelin. Podemos encontrar influencias de Black Sabbath, no tanto por lo satánico y ultratumba, sino por lo demás. Otras pueden ser Grand Funk Railroad y Ten Years After. Revólver no es una banda pesada en un sentido heavy-metal. Es pesada por su energía, como si fuera un tornado. Imagínense el “II” de Led Zeppelin pero con mayor energía y fuerza.

 También encontramos un sonido que evoca al desierto o paisajes desolados. Es que es esta la principal razón por la que la banda se aleja de un blues rock pesado tradicional: sus letras y música evocan paisajes con mayor trascendentalismo, mayor profundidad, pero sin nunca llegar a algo oscuro. Es música con un lenguaje de rock tradicional pero con un enfoque paisajístico. Aquí la distorsión, por ejemplo, no es un efecto tímbrico, sino más bien un simbolismo.

Esto me ha ayudado a llegar a cierta analogía. De este círculo, Revólver, Oro y Santacruz son las que tienen un sonido pesado y potente con una fuerte base de blues rock al estilo Zeppelin y Black Sabbath. Y podría trazar una línea que logra una transición. Oro es sin duda la que se acerca a un rock más puro, ya que tiene una fuerte base de rock and roll, además de que sus letras son de temas de la vida descriptas en una forma no poética. En la otra punta colocaría a Santacruz, ya que aquí nos encontramos con una expresividad muy profunda y paisajes oscuros y muy personales de carácter cuasi onírico e imaginativo, como si fuera el fin del mundo. Y a medio camino colocaría a Revólver, ya que su música tiene un carácter más pintoresco que Oro, pero no llega al nivel de Santacruz. A su vez, lo que en Oro es crudeza, a medida que nos acercamos a Santacruz, se va transformando en dolor. Revólver está en el medio, por lo que la crudeza se transforma en enojo y el dolor en introspección.

Pero lo que creo que hace que Revólver se gane el querer de uno es su actitud honesta y dispuesta a dejarlo todo por lo que tocan. Esto se ve cuando tocan en vivo. Son una banda muy intensa, tanto en sonido como en personalidad. Tocar fuerte y alto lo puede cualquiera. Tan solo hace falta darle fuerte al instrumento y subir el volumen a 10 (u 11 si sos el guitarrista de Spinal Tap). Pero que esto llegue a la forma en que uno marca su presencia, su actitud, no es fácil. Yo siempre hablo del sudor. Es que el sudor significa trabajo, esfuerzo y destreza. Significa hacer las cosas con intensidad, con todo hasta la última gota de energía. Y Revólver es una banda que suda…y hasta logra que el público sude.

“Vengan Todos a la Luz” es el segundo trabajo discográfico de la banda. El primero fue “Peligroso Río”, lanzado en el 2009 en formato de trío.

Este nuevo álbum demuestra una clara evolución en el sonido de la banda. Evolución porque mantiene su base de blues rock pesado lleno de energía, pero se las ingeniaron para que este llegase a un nivel más profundo, subjetivo y por ende abstracto, en un sentido sentimental obviamente.

Para empezar, el disco claramente tiene una mayor y mejor producción. No solo por la calidad sonora, sino por una mayor carga de detalles y arreglos, añadiendo instrumentos ajenos al formato power trio/cuarteto de la banda, o incluso una elaboración más minuciosa del instrumental oficial. Lo bueno es que estos instrumentos añadidos nunca hacen una participación de gran presencia, sino que son más bien pequeños detalles: un piano por aquí, metales por allá. Esto logra que la música tenga mayor valor en cuanto a arreglos, pero que la textura tímbrica general no se desvíe del genuino sonido de la banda y por ende no transformarlo en otra o en un estilo de soberbia musical.

Pero lo más interesante del disco está en la parte compositiva, tanto musical como lírica.
En este disco encontramos 2 encares diferentes (en mi opinión): uno que se asemeja al formato de canción más tradicional y otro, que sin irse muy lejos, adopta el criterio de “pieza”.

En el primero, la estructura es algo que funciona como una herramienta y es la textura lo que importa. No importa tanto el desarrollo temporal, sino la idea, paisaje o sentimiento que se intenta transmitir, y esto es logrado mediante una textura homogénea y no hace falta unir los acontecimientos para comprenderlo. Es el todo lo que importa.

En el segundo, lo que importa más que nada es la estructura. No se deja de lado ni en un segundo la textura, el timbre, pero por mi parte, lo que más valoro es el desarrollo, la transición entre una parte y otra. Mientras que en lo anterior se genera un paisaje intenso pero estático (en el sentido de que no muta), aquí nos encontramos con paisajes que están en constante cambio o una simulación de transportación de un paisaje a otro, como si fuera un estilo de expedición.

En general, aunque la potencia en tema y tema varía, lo que se genera es algo muy personal. Como dije, es música bastante introspectiva. Cuando hay furia y estallido, no es como una actividad grupal, sino como un deseo de liberación personal. Cuando hay algo más tranquilo, es un estado de contemplación solitaria.

Se genera un ambiente bastante desértico, lo cual, unido a la general energía de la música, puede llegar a recordar bastante al stoner rock de los últimos años, más que nada al de Them Crooked Vultures, el proyecto de Josh Homme, John Paul Jones y Dave Grohl, el cual contiene un sonido típicamente de power trio, con mucha pesadez pero sin llegar a esa cosa densa del stoner temprano, con una alta carga desértica y con una fuerte base de blues rock pesado (bueno, tenemos a uno de los integrantes de Led Zeppelin).

“Trota y Trota” abre el disco de la manera que debe ser: dándonos la sensación de que un viaje ha comenzado. El tema sirve como el perfecto punto de transición entre el 1er disco y lo que continuará, ya que nos encontramos con el blues rock pero ya con una visión más poética. A su vez, de a poco nos vamos topando con detalles, como lo es el piano monódico en el verso o los teclados que simulan ser coros en el estribillo. Para no empezar con melancolía, nos reencontramos con el cantar característico de la banda que alude a la pronunciación de rock pesado latinoamericano de los ’70.

“Campanario” demuestra claramente lo anteriormente dicho: una minuciosidad en arreglos y paisajes más elaborados. Aquí se nos presenta un rock de ruta de atardecer viajando por una carretera de penas. Pero lo excelente es que la banda se las ingenió para agregar un sitar para acompañar el riff, realzando de manera excepcional este paisaje con un aire exótico. Lo bueno es que el sitar no es utilizado de ninguna forma para crear una especie de espiritualidad hindú barata como lo han hecho varias bandas en la historia. Aquí es un instrumento tan desgarrador como el bajo oscuro que le da ritmo al tema. Pasada la mitad del tema, nos encontramos con un pasaje instrumental que funciona de manera excepcional para crear un paisaje sonoro, ya que no hay una melodía principal, haciendo que lo que importa es la textura general y así lograr un paisaje estático. Este es sin duda uno de los temas que mejor armado está y representa uno de aquellos en los que la estructura es lo que prevalece sin nunca dejar de lado el clima.


“Donde Has Ido” empieza como un típico rock de este género con un riff muy simple pero pegadizo que se caracteriza por su cambio de acorde en un tiempo débil. Pero en la mitad nos encontramos con otro paisaje sonoro, esta vez mucho más rico desde el punto de vista tímbrico. En este, se genera una especie de nube sonora muy clara debido a su carácter tonal, la cual evoca un ambiente pasivo y hermoso, transformándose en lo más tierno de todo el disco.

La canción bajo el título “Necesidad” es, a mi parecer, de los mejores temas con potencia, pesadez y energía de la actualidad y me atrevo a decir a decir de la historia del rock uruguayo. Desde su principio con un batería tocada como un galopar de disparos, al cual se le une una sobrecarga eléctrica, donde la guitarra con slide se gana todos los puntos, y finalmente un aullido desgarrador que despierta el grito más profundo de cada uno, es básicamente 4 minutos de pura adrenalina, una estampida donde solo si uno libera el sentimiento más primitivo que tenga guardado podrá sobrevivir. Aleluya por la intensidad en hervor!

“Está picando alrededor” no podría ser mejor título para esta canción. Es un tema con mucho groove y danza sobre una manta de rock muy funky que recuerda a los temas más funk de Led Zeppelin y, por el riff y los teclados, a lo más bailable de The Doors. Este tema es lo que es: una canción para distenderse y disfrutar de un baile super rítmico.

“A ningún lugar” nos baja a tierra con un rock más clásico, tanto en la música como en las letras. Se asemeja mucho al primer trabajo de estudio de la banda. De base blues rock con una actitud bastante alegre, puede recordar a los temas más tranquilos de Ac/Dc, que igual significa potencia. Algo a destacar es el pasaje instrumental de la mitad donde la guitara eléctrica, sin mucha complejidad, logra una gran expresividad. Lo destacable de este pasaje es que le da mayor valor al tema pero manteniéndose siempre en el mismo paisaje. Sería algo que la colocaría entre esos temas con un ambiente estático y aquellos que tienen una constante evolución, en referencia lo que les comentaba en el principio.

“En la Luz” es el que contiene una estructura evolutiva de manera más eficiente. Su forma es cónica en todos los planos. La dinámica va creciendo de a poco, al igual que la densidad instrumental, el gesto de ataque y por ende el clima general. El principio tiene el pasaje instrumental más interesante del disco, ya que su carácter hipnótico, misterioso y onírico le otorga una cualidad sumamente abstracta e irreal capaz de ser interpretada e imaginada de diversas formas. Yo sería capaz de escuchar varios minutos de esto y más nada. De a poco se van uniendo otros instrumentos, siendo el piano y el ritmo de la batería los que evocan un andar hacia la perdición. También la transición de una tonalidad a otra, aunque esto puede ser discutible, está lograda de excelente forma con un pasaje instrumental que conlleva al mismo y no está ahí simplemente por estar. El canto en forma de coro ayuda a crear ese andar desolado, como si estuviéramos yendo a una guerra pero con la cabeza en alto. Tal vez no tenga la gran carga de detalles como “Campanario”, pero es sin duda el tema más despegado de todos, pues su estructura difiere bastante de la de una canción típica. Es una pieza evolutiva, con principio y fin.

“Hombre”, aunque musicalmente no llame tanto la atención, ya que se trata de un rock pesado y denso que se acerca mucho al stoner de tiempos tempranos o más bien a Black Sabbath en su disco “Master of Reality”, estructuralmente es bastante particular. Se trata de una larga estadía en un solo acorde que da la ilusión de variar por su riff, el cual va acompañado de una batería cuasi invariante y un pedal de piano y guitarra eléctrica. De todos, es el que representa de mejor manera aquellos paisajes estáticos (repito, estático no como sinónimo de inmóvil, sino de inmutable) donde no importa tanto que sucede antes o después de tal cosa o cuánto dura, sino su carácter general, sus límites. Es un paisaje eléctrico y pesado. Aquí podríamos aplicar, de alguna manera, el concepto de ventana temporal, donde lo que escuchamos, siendo en este caso casi 5 minutos, es solo una selección de lo acontecido. El tema empieza y termina porque así está hecha la pista, pero podría durar eternamente y ser nosotros quienes decidimos cuando entrar y salir de este paisaje.

“Vengan Todos a la Luz” cierra el disco con un largo jam de blues rock clásico. Aquí nos encontramos con solos de guitarra, voces, etc.; la clásica fórmula tan usada y reelaborada que nunca deja de funcionar porque no se trata de una creación, sino un acto de socialización. Es bastante tranquilo y distendido, con un riff que recuerda mucho a los de Robby Krieger y por ende a The Doors. Me es un tanto confuso el cierre ya que veníamos con algo bastante trascendental y todo se acaba con algo menos profundo y típico. Tal vez no se asemeja con lo generado anteriormente y dicte una conclusión que no sería la que me habría gustado escuchar. Eso es en una visión de “álbum”, ya que este disco sin duda no es una compilado de temas disconexos creados en un cierto período, sino que puede percibirse como un todo más allá de sus partes. Aun así, el tema es excelente y dan ganas de escucharlo varias veces, sobre todo por las participaciones de los vientos que le dan un toque especial.

“Vengan Todos a la Luz” tiene como virtud el ser un disco conceptual en un plano musical.

Hay muchas bandas que tienen discos con un sonido homogéneo, pero generalmente esto se da por una postura estilística más restringida (o muchas veces por la incapacidad de variar). Ac/Dc es una increíble banda y sus discos, su música en general, es homogénea. Sin embargo, no creo que esto sea por una postura conceptual. Obviamente que es porque ellos quieren tocar eso y no otra cosa, pero no lo veo como un concepto.

En este álbum, Revólver es sin duda consciente de ello. Por un lado, porque hay un enorme vínculo entre canción y canción. La forma en que están trabajados los temas demuestra un criterio en común, tanto por la parte estructural como por la parte sonora.

Pero más que nada, porque aunque contiene una base y una estética bastante clásica, la forma de concebir estos temas, sus arreglos, pasajes, etc, es en momentos bastante atípica o llevada a un nuevo extremo. Y cuando algo es atípico y reiterado, entonces pasa a ser algo consciente, algo que forma parte del trabajo e idealización previa a la creación. Y es esto lo que valoro. Logran un disco con un sonido propio que forma parte de un concepto y no una mera posición estilística o de gustos propios.

Desde hace ya varios años que digo que Revólver no solo es de las mejores bandas de la actualidad en Uruguay (y porque no en su historia), sino que es de las mejores de la actualidad en el rock en general. Y con actualidad me refiero a bandas que se han formado en los últimos años, porque Pearl Jam, por más de que sigue tocando y sacando discos nuevos, no es de la actualidad, sino que ha llegado a la misma.

Pero esto lo decía con solo un disco de estudio, uno que no llegaba a la madurez musical ni al sentido artístico que se logra en este. Y es por esto que mi declaración no solo sigue vigente, sino que ha sido reforzada de manera exponencial.

“Venga Todos a la Luz” nos trae a Revólver mejor que nunca y así, al rock actual con nada que envidiarle a bandas del pasado.









Aquí podrán ver el videoclip de la canción que le da nombre al disco: http://www.youtube.com/watch?v=N1obsz7gnAs


Porque es una banda under y a su vez solidaria, de aquí podrán bajar "Vengan Todos a la Luz" y el primer disco "Peligroso Río" de forma gratuita, así como enterarse de las últimas noticas e información de la banda: http://www.revolver.com.uy/





HASTA LA SEMANA QUE VIENE (PROMETIDO)!!!!!









jueves, 17 de octubre de 2013

Oro - "Blues Pesado"

Finalmente ha llegado y hoy hago la reseña.

Hoy voy a dedicarle una reseña al álbum que anticipé hace varias semanas: “Blues Pesado”, el último trabajo discográfico de Oro.

Obviamente, hay cosas que dije en aquella reseña de adelanto que las repetiré en esta, pero intentaré ir más profundo.

Como les había comentado, Oro es parte de un círculo de bandas de la movida under uruguaya, junto a Matias Cantante y los Extraterrestres, Revolver y otras. Aunque son fácilmente diferenciables, más allá de que Revolver y Oro son las que tienen una base bluesera más fuerte, tienen en común que todas parten de una idea del rock en su mayor pureza (a veces no tanto en lo musical, pero sí en el concepto).

La música de Oro es rock en su definición más pura: tocan rock, las letras hablan de rock y tiene actitud de rock. Partiendo de una base de blues-rock con aires pesados y llegando en momentos a algo bailable y movido, esta banda claramente tiene influencias de las bandas más prominentes de este género, como Ac/Dc, Rolling Stones, ZZ Top y Cream (esta última por el formato más que nada). Tal vez de estas, la más notoria es Ac/Dc, debido a la pesadez. Aun así, en Oro el blues es mucho más fuerte que en Ac/Dc. Otra gran influencia es Motörhead. Tal vez no tanto por el estilo, pero sí por la velocidad y potencia.

Pero hay una banda que es tal vez la mayor influencia, o más que influencia, su “padre”.

El origen de la banda trasciende su propia historia de alguna forma. Allá por finales de la década de los ’60 y comienzo de los ’70, hubo un estallido musical en Uruguay: el nacimiento del rock uruguayo. La cosa ya había arrancado con varias bandas, sobre todo con Los Shakers. Sin embargo, fue durante esos años en el que ya no se trataba de bandas aisladas, sino de una movida general.

Aparecieron bandas con una fuerte base rockera, que en ciertos casos incluía un poco de la tradición musical uruguaya. Los géneros eran diversos, pero había algo en común: ninguna tenía absolutamente nada para envidiarle a las bandas anglosajonas. Y lo más interesante (que lo hace análogo a lo que sucede con el círuclo de Oro) es que eran bandas amigas en el mayor de los sentidos. Los músicos en varias bandas se repetían o se invitaban entre ellos. Había varias bandas, pero era una única “sociedad”.

Una de estas bandas fue Días de Blues, una banda de base blues-rock al estilo Cream, con gran técnica instrumental, jams de larga duración y un sonido sucio y oxidado. Lamentablemente, la banda lanzó un solo disco de estudio y ninguno en vivo. Y debido a la partida de varios músicos y la posterior llegada de la dictadura (aunque, según el historiador Fernando Pelaez, los músicos “se fueron porque quisieron”), no hubo una legacía, al menos no a corto plazo.

Oro retoma ese acercamiento al rock olvidado en nuestro país; retoma el blues rock de Días de Blues pero con una idea más actual. Es el puente que faltaba.
La banda está constituida por Santiago Bondoni (guitarra y voz), Guillermo Madeiro (bajo) y Federico Anastasiadis (batería, percusión y voz). Acá ya tenemos una prueba de este círculo under uruguayo, pues el baterista de esta banda es a su vez el de Los Extraterrestres.

Bondoni es literalmente un maestro de la guitarra. No hace nada innovador y tal vez no llega al punto que podamos decir “sí, tiene su propio estilo y sonido”. Pero es una enciclopedia. Parecería que supiera todos los licks y fraseos existentes de este género. Lo que sea que exista en el blues rock, él lo sabe tocar. Lo bueno es que no se queda en la imitación y nada más. Sabe cómo combinarlos. Pero lo más importante es que los comprende. Es fácil aprenderse todos los trucos y tocarlos, pero eso no significa que uno sepa de qué se trata. Y es esa comprensión que lo hace capaz de crear riffs pegadizos y con gran expresividad. Hasta el más simple tiene su propia identidad.

Anastasiadis demuestra una gran versatilidad. Nunca hace un solo virtuoso o un ritmo complejo de 7 contra 3. Sabe que es lo que se precisa en cada momento. ¿Una batería potente? Ahí la tienes. ¿Un ritmo denso y decaído? Ahí va. Sabe lograr lo necesario sin tener que sacar un arsenal de fuegos artificiales. Es un baterista que sabe sintetizar. Lo que afirma esta versatilidad es que sus participaciones en Oro son muy diferentes a las de Los Extraterrestres, que, aunque no son bandas que estén muy alejadas estilísticamente, son diferentes.

Madeiro es aún más económico. Sus líneas son simples y fácilmente tocables. Pero tiene un sonido especial. Es de esos bajos que funcionan como guitarra al mismo tiempo, ya que su espectro ocupa tanto el registro de los graves, que es la zona que le pertenece a este instrumento por excelencia, pero a su vez tiene su peso en los medios, yendo de la mano con la guitarra. Esto recuerda mucho a los bajos de Lemmy. En lo personal, me importa la técnica, pero soy un oyente que va siempre por el sonido primero. Me gusta sentir la presencia del sonido como materia autónoma, cuando el sonido escapa de las propiedades de la escala, la armonía, la tonalidad, etc. Y creo que es lo más interesante de esta banda: el sonido del bajo. Es un sonido tan cargado que pareciese que a uno lo rodea. Tal vez en el disco de estudio no se siente tanto, pero en vivo es la estrella en el plano sonoro.

Hay 2 aspectos de Oro que hacen que la banda llegue de verdad.

Por un lado, es una banda de amigos. Por más que uno no sepa su historia, la cual se trata de 3 amigos que simplemente quieren tocar música, por los cantos en conjunto en forma de hinchada de estadio y las letras que una y otra vez reafirman la importancia de la amistad, uno nota que la unión es fuerte. Y eso se transmite.

Pero lo más importante es que son genuinos. Sí, hablan de rock, alcohol, mujeres y amigos, y sí, tocan blues rock en un estilo que poco tiene de innovador y con gran ambiente de fiesta rockera. ¿Pero saben qué? Uno de verdad se lo cree. Se lo cree porque tocan vestidos como andan por la vida misma, porque son cercanos al público, porque al terminar un concierto no lucen bien y porque no andan con pretensiones. No hay nada por delante de la música. A Neil Young le creo cada cosa que toca y dice lo que cree y practica, porque desde que empezó, ha sido el mismo. Nunca ha buscado formas para vender su música, ni musicalmente ni trayendo un show gigante. A U2 no le creo nada. Una banda que dice “ayudemos al mundo” o quieren lucir como rockeros, pero mientras tanto tapan su “arte” con una fachada de fuegos artificiales, looks de revista de moda y shows carísimos con toda la última tecnología intentando estar lo más actual posible, es una banda que tiene el dinero por delante de la música. El acto musical termina siendo como una película 3D, donde la temática vacía y sin contenido es tapada por una fachada de efectos innecesarios, transformándolo en un mero acto de entretenimiento vendido como arte. Oro, como varias otras, es una banda under. Y es esta la razón por la que me creó absolutamente todo lo que tocan y dicen. No tienen un contrato discográfico, no pueden hacer shows multitudinarios (recién el de este 24 de Octubre puede llegar a ser su primero y aun así no va a ser un super show), no ven una moneda de todo esto. Este es su 2do disco y el dinero sale de sus bolsillos y son ellos mismos los que van a salir a vender cada copia y con suerte podrán recuperar el dinero que invirtieron. Y esto ni nada los frena. Van por la música y nada más. Y si la suerte les pasa por su casa, podrán ver el éxito que merecen pero sabemos bien que nunca dejarán de ser una banda under en sentimiento.

“Blues Pesado” es el 2do trabajo de estudio de Oro, el cual será lanzado este 24 de Octubre junto a la presentación del mismo en el Teatro Alianza (todos los datos están en el afiche que se puede ver en la parte superior derecha de esta reseña).

En esta vuelta, la banda se adentra aún en el género que tocan. Aunque no nos alejamos del territorio del blues rock y rock and roll pesado, sin duda el abanico se ha abierto. Hay mayor variedad de climas, mayor diferenciación entre tema y tema.

El primer álbum, “Oro”, se trataba de un estallido a toda velocidad de principio a fin. Es un disco de euforia durante toda su duración. En “Blues Pesado” tenemos oportunidad de calmarnos, o más bien, entrar en diferentes estados anímicos. Obviamente nos encontramos con esos temas en 5ta a fondo, pero también con canciones más desoladoras o incluso alegres de fiesta. Es un disco musicalmente más maduro y con mayor cantidad de detalles, haciendo una transición de un sonido puramente garagero a algo más de estudio (sin llegar a una super producción).

Incluso las letras presentan nuevas temáticas. Nos seguimos encontrando con temáticas sobre mujeres, alcohol, rock and roll y amigos, pero parecería que estuvieran tratados de una forma más madura y reflexiva. También se tratan temáticas de la vida como en “Lo que aprendí”

Algo que caracteriza al álbum y que ayuda mucho a que haya una mayor variedad de climas y detalles son los varios pasajes instrumentales. A veces son pasajes con solos que vuelven a lo anterior. Pero lo interesante es cuando sirven como puente hacia nuevas secciones muy diferentes a lo que se escuchaba en el principio del tema correspondiente.

El disco abre con “Lo que mueve nuestros pies”, un tema pesado y enérgico de principio a fin. Los cantos grupales en forma de grito ayudan mucho a generar esa euforia típica de la banda. Lo interesante son los teclados que decoran el tema, pero más que nada, las múltiples variaciones del riff, logrando un tema cuasi-seccionado y manteniendo el interés constantemente.

“El escuadrón” nos lleva a un hard rock al estilo de ZZ Top, con guitarras potentes y riffs concisos pero super rítmicos. Algo interesante son las diferentes secciones instrumentales de poca duración que rompen una posible estaticidad. Pero lo más interesante está en el minuto 3:20. Aquí entramos en una transición pesada de ultratumba, algo así como un pasaje a la muerte. Sin duda el que prácticamente toda la duración de esta sección sea bastante estática ayuda a dejar crecer ese sentimiento de perdición en el oyente. Constructivamente, es el mejor tema.

“Bandida” es un rock and roll bailable del más puro. Sería lo que definiría como una visión de Chuck Berry en el siglo XXI.  Como tal, hay mucho ritmo y alegría y sin duda despierta las ganas de bailar desde el alma (algo que se ha perdido gracias a las discotecas plagadas de música con una enorme pretensión que viene acompañada de una excesiva preocupación del pensamiento ajeno y por ende, el baile se transforma en una demostración más que en una liberación personal). El premio del tema se lo lleva la capacidad de lograr riffs super simples pero atrapantes y el piano que acompaña y ayuda a transportarnos a esa pista de baile de rock and roll. Muy interesantes las intervenciones de la guitarra, que sin duda se asemejan a las del rock and roll de los ’50 de excelente manera.

“Queremos lo mismo” tiene el mejor riff del disco, el cual se vuelve pegadizo por la bajada pentatónica que luego de la nota más grave, hace un salto a los agudos. Es un blues rock pesado que logra una especie de encuentro entre Cream y Blue Cheer. Su duración es de casi 7 minutos, pero debido al clima de jam, podría durar tranquilamente el doble. Es sin duda un tema diseñado para tocar en vivo y lo que escuchamos aquí es solo una sinopsis de la verdadera magia. Nuevamente nos encontramos con la característica principal del disco: el tema cierra con un blues semi acústico lento y denso, dividiendo el tema en 2 secciones diferentes.

Luego nos encontramos con “Lo que aprendí”, un blues-rock desolado con el sentimiento de blues más puro.  Es de esos temas que invitan a la improvisación y que sin duda lo mejor sería escucharlo en vivo. Es interesante como, más allá de que sea un típico blues-rock que obviamente no sorprenderá a nadie, se logran pequeños detalles, tanto melódicos como de la banda trabajando en conjunto, que mantienen la atención constantemente. También es interesante la participación del trombón que se puede escuchar en momentos.

“La noche en la cara” es un tema de rock and roll puro con su toque de suciedad y blues. Gracias a su duración de 2 minutos, simpleza y familiaridad, sirve como una especie de descanso y limpieza para lo que sigue.

“En falso” es la que tiene el ambiente más emotivo de todos, en el sentido de que es posible que sea la que tenga la mayor capacidad de despertar un sentimiento más profundo. Su aire es desolado y de atardecer. Es lo que denominaría un tema para la ruta. Su ritmo es llevadero y tiene una enorme carga de sonido. Estilísticamente es difícil de definir. Sigue siendo un blues rock, pero en momentos, debido a la guitarra tocada con slide (que en mi opinión, es la crema guitarrística de todo el disco), recuerda muchísimo al sonido de “Physical Graffiti” de Led Zeppelin, sobre todo a “In My Time of Dying”. Pero al mismo tiempo, debido a los teclados, podemos llegar a tener recuerdos de The Doors de los primeros tiempos o de “L.A. Woman”.

“La jugada” es el tema diferente. Su riff es alegre y positivo. No pierde el aire rockero, pero sin duda deja de lado la actitud sucia a la que estamos acostumbrados con Oro. Lo más interesante son los vientos, con participaciones en forma de coro. Gracias a estas 2 cosas, un paisaje de fiesta es plasmado de manera perfecta. A veces es necesario festejar los buenos tiempos.

“Venimos por más” logra la pesadez que necesitábamos. Nos reencontramos con la velocidad, el desgarre fuerza de siempre. Pero gracias al riff oscuro, el sentimiento se potencia, pasándolo de algo desafiante a algo más cercano a la perdición. Como en “El escuadrón”, nos encontramos con múltiples secciones caracterizadas por diferentes riffs y ritmos.

“Si es así” es el cierre perfecto para el disco. Desde su principio, con su riff de 2 notas, ritmo de marcha y estaticidad desértica, nos da la sensación de que todo lo anterior era una simple introducción a esto: un tema de 7 minutos y medio cargado de energía e improvisación. Más que un tema, es una banda sonora. Lo más interesante de esta canción es también lo más interesante del disco: del minuto 5:38 al 6:21 nos hundimos en una nota pedal que va creciendo como una ola, acompañada de coros con gran reverberación, dando una sensación de lejanía y espacialidad gigante. Todo esto alimenta el sentimiento destructivo. Es un tema que de tener una duración de 15 minutos en una versión en vivo, sería la gloria de la banda.

Hay 2 cosas que faltaron en el disco.

Para empezar, un tema acústico. Creo que al tratarse de un disco que atraviesa varios senderos, un tema acústico habría ayudado a darle aun más valor y calidad. Además, sería de gran interés escuchar las ideas acústicas de esta banda.

Lo otro (y esto es sumamente personal) sería que los bajos no tienen el volumen necesario. Tienen gran participación y marcan la diferencia, pero sin duda que de tener una mayor presencia en algunos temas, el disco podría realzar aun más esos paisajes que se evocan. Claro, esto es por mi experiencia en vivo con la banda, algo que comentaba párrafos atrás. Pero viéndolo de otra manera, tal vez podría decir que es bueno, porque significa que la verdadera magia de la banda está cuando uno se encuentra en su presencia. De alguna forma, el disco es una representación de la banda y no la banda en sí.

“Blues Pesado” marca un avance en Oro. Sin alejarse del sonido y estilo que los marcó en su primer disco, exploran los territorios ya visitados e incluso viaja por otros nuevos.

Como dije, son los detalles y, por sobre todo, los diferentes pasajes y secciones que caracterizan a este disco y que le dan ese toque diferente. Estas 2 cosas permitieron que la banda siguiera tomando el blues rock como su fuente compositiva pero aun así lograr temas con mayor interés, variación, impredecibilidad y mayor nivel artístico. Marcan una unión entre el blues rock, caracterizado por su simpleza compositiva y aire de improvisación, y un rock más artístico, con pasajes instrumentales y un mayor trabajo en el armado.  No es solamente un disco con enorme madurez, sino que es muchísimo más profesional, tanto instrumentalmente como compositivamente.

Es una enorme alegría que bandas como esta formen parte de la nueva generación de bandas de rock de Uruguay. Entre tantas bandas con poca energía o mensajes sin contenido, es bueno tener una banda que tenga la potencia, euforia y genuinidad que poco se ve en estos días donde hay más industria musical que música.

Este Jueves 24 de Octubre será la presentación del disco en el TEATRO ALIANZA (Paraguay esquina Soriano) a las 21 30 hs. La entrada cuesta $250 y la banda estará vendiendo su disco. Los invito a que los acompañen para saber de qué se trata esto que les traigo porque es en vivo donde está la esencia de la banda. Y los invito a que compren el disco. Como podrán ver más abajo, hay un link para bajar el álbum gracias a la banda. Yo como gran melómano voy a comprar el disco. Pero sé que hoy en día la descarga es algo al alcance de todos y es más barato. Si fuera una banda grande no sería importante. Pero esta vez se trata de una banda under, una banda que hace esto porque de verdad lo aman y han sacado cada moneda de su bolsillo para hacer esto posible. Y lo han hecho para nosotros. Cuando uno escuche este disco, va a recibir algo y si le gusta, algo habrá cambiado. Para hacer que esta y otras bandas sigan, hay que apoyarlas. Aunque no lo crean, es una diferencia. Para Aerosmith, por ejemplo, la compra de un disco es una compra más y una entrada a un concierto es un asiento ocupado más. Para una banda under, la compra de un disco es recuperar lo gastado y a su vez una enorme alegría, porque esa compra la presencian. Y una butaca ocupada es una inspiración más y otra enorme razón para seguir y no tirar la toalla. En “Lo que aprendí”, Oro dice “Y la vida se trata hermano de pelear por lo que querés”. Y de eso se trata esta venta y este concierto: alcanzar un sueño. Y ese sueño no es el éxito económico ni la fama. Es el éxito musical, que el arte que uno crea le llegue al corazón de la gente.

“Blues Pesado” nos trae a Oro renovado y con muchísimo para ofrecer, demostrando nuevamente que no hace falta buscar en el exterior para encontrar bandas con fuerza y actitud. Solo hace falta buscar en donde nadie quiere ver. Pero más que nada, demuestra que con amigos y honestidad, la música nace.





Aquí les dejo una filmación con el proceso de grabación y entrevistas que cuentan un poco sobre la historia de esta banda: http://youtu.be/5NlvD43TGHE


Y aquí les dejo el link para descargarse el disco y también descargar el primero: http://www.orobluespesado.com/




ESPERO QUE LES GUSTE!!!



"QUE SIGA SIENDO Y QUE NUNCA FALTE"



martes, 1 de octubre de 2013

Alejandro Pacello - "Luar"

Para terminar con la línea de jazz por unas semanas, les traigo hoy un disco de un artista de mi país, Uruguay, que me ha dejado boquiabierto.

El guitarrista Alejandro Pacello es de aquellos que no pueden encasillarse en un estilo. Es verdad, su base es de jazz. Eso es incuestionable. Pero al tratarse de un músico de estos últimos años y viviendo un ambiente donde ya han sucedido muchísimas cosas, es más fácil extender el lenguaje hacia varios territorios. Y por suerte lo hace.

Se podría decir que la música de Pacello parte del jazz fusión, teniendo como referentes a Allan Holdsworth, John McLaughlin, John Abercrombie, Scott Henderson, etc. O sea, aquel jazz fusión donde el jazz predomina más que el rock y que contiene poco y nada de funk como Weather Report o los trabajos de Herbie Hancock.

Aquí es donde podemos notar la genialidad guitarrística, donde utiliza un lenguaje que tira más al jazz que al rock, pero que, debido al sonido crudo y distorsionado, lleva a este último de la mano. No es tanto el lenguaje lo que sorprende. Es muy bueno y de verdad lo domina, pero es esa dicotomía que hay con el timbre eléctrico cuasi garage rock que le da el verdadero gusto.

Sin embargo, y por suerte, no se queda solamente en estos territorios. En la música de este artista también nos encontramos con un lado acústico y es aquí donde se vuelve más rica la cosa.

Pacello tiene un dominio de la guitarra acústica excelente, con una técnica clásica que no tiene que envidiarle a otros grandes. Aquí nos podemos encontrar con ambientes calmos y meditativos, así como otros con mayor euforia y energía. A su vez, estos ambientes también están condicionados por diversos enfoques, ya que hay momentos en los que no se deja de lado el lenguaje de jazz más clásico, acercándose a los trabajos solista de Joe Pass, otros en los que se puede escuchar un estilo más cercano al sello de la ECM, teniendo a Ralph Towner como referencia, e incluso momentos en los que una especie de folk new age logra vida a través de las cuerdas de su guitarra.

Algo interesante es que, a diferencia de una larga tradición en Uruguay, no hay ni un asomo de candombe pero sin embargo suena uruguayo.

 En muchísimos conjuntos de jazz del Uruguay, hay un enorme uso de candombe y esto se ha vuelto, por mi parte, cansador. Como principio, o sea, el tener un lenguaje que pertenezca a la identidad de uno, me parece genial y super respetable. Pero el problema es que (y esto para TODA la música), si uno no incluye candombe, carnaval, milonga o el género de raíz nacional que sea, entonces no es uruguayo, lo cual obviamente es una estupidez. Pero a su vez, esta gran mayoría resuelve las cosas de la misma manera. Algunos serán más minuciosos que otros, pero al final, todo suena parecido. No igual, pero sí muy parecido. Salen nuevos discos y nuevos temas, pero ya los he escuchado millones de veces. Me parece genial incorporar esas tradiciones al jazz o al género que sea, pero el método con el que se los incluye está oxidado y no da para más.

“Luar”, lanzado en el 2012, es el 2do trabajo discográfico de Alejandro Pacello, siendo el primero “Trio” lanzado hace ya varios años, allá por el 2000.

En el interior del disco, nos encontramos con una frase escrita por el mismo guitarrista que dice: “Este trabajo intenta tender un puente entre dos universos musicales: por un lado las piezas para guitarra sola, la música escrita y la guitarra clásica, y por otro el jazz fusión, la improvisación y la guitarra eléctrica”.

Aunque esto no es tan equitativo como suena, ya que hay una clara predominancia de la guitarra clásica solista y aún más de la “música escrita”, es lo que sucede en este disco.

Nos encontramos con temas en los que Pacello toca en solitario su guitarra clásica, viajando por diferentes paisajes y estados de ánimo, temas en los que aún hay guitarra clásica y partitura pero acompañado de banda y temas totalmente electrificados donde la improvisación y la energía están en el volante.

Para este disco, Pacello contó con la presencia de Martín Cruz (batería) y Andres Pigatto (contrabajo) en “Jazz Sonatina” y  “Hacia otro lugar” y con Cruz y Nacho Correa (bajo eléctrico) en “Montevideo a media noche”.

Debido a su clima predominantemente acústico solista, es un disco muy entrañable y meditativo. Claro, obviamente que en los temas en donde nos topamos con la energía e improvisación no, pero son pocos los casos.

El disco abre con “El regreso de Fiticus”. Creo que si me hubieran dado a mí para elegir el orden de los temas, habría puesto este como el primero también. Es un tema solista de gran energía; una especia de aventura donde algo nos acecha, con un ritmo tensor y una progresión armónica y arreglos que poco tienen que envidiarle a piezas clásicas de la índole de Abel Carlevaro, que sin duda es una influencia de este guitarrista. Técnicamente es destacable, logrando una especia de doble guitarra con un bajo rítmico tocado con el pulgar mientras los demás dedos hacen la especie de melodía. Esto puede hacer recordar a la técnica de Bruce Cockburn. Sin embargo, estilísticamente, se encuentra en un ambiente enérgico y progresivo que a los pocos segundos se asocia con Egberto Gismonti. Es tal vez la joya del disco.

“Una mujer en la playa” nos lleva al lado de jazz acústico más tradicional. Rápidamente se nos vienen a la cabeza varios nombres: Joe Pass, Pat Metheny, John Abercrombie y Bill Connors en su faceta acústica y más que nada Ralph Towner, entre otros. Es un tema super tranquilo, contemplativo y bello, cargado de detalles, donde se plasma perfectamente la música escrita con el jazz. Destaco el detalle de cambio armónico mediante un desliz en el traste de la guitarra en lo que vendría a ser el estribillo de la canción (apareciendo por primera vez en el segundo 24). También es muy interesante el cambio que sucede por el minuto 3, llevándonos a un lugar más oscuro y tenebroso que recuerda mucho a los hermosos paisajes del disco “Characters” de John Abercrombie (una enorme gema del jazz acústico).

“Atardecer” es la más tranquila, evocando el tal vez paisaje más bello del disco (tomando la definición más clásica de paisaje bello). Basada en un arpegio que sufre ciertas variaciones a lo largo de la canción, cuenta con grandes detalles sin llegar al virtuosismo que podíamos encontrar en los temas previos. Podría denominarse como una canción folk new age de buena calidad, recordando a las grabaciones de guitarra solista de los discos de la discográfica Windham Hill, en especial las de William Ackerman. Aun así, y por suerte, no llega a los niveles de ternura barata de varias de estas grabaciones. Está en el punto preciso.

“Janaina” es la última acústica solista antes de pasar al formato de banda. Aquí nos encontramos con otro enfoque. Nos alejamos del jazz, folk y todo lo anterior y nos vemos en un mundo neo-romántico académico que recuerda a aquellos compositores de guitarra clásica, como Mario Castelnuovo-Tedesco y Alexandre Tansman, que en el siglo XX adoptaron el lenguaje musical neoclasicista que tanto tocó el conocido Andrés Segovia (al cual le tengo enorme repudio por haber atrasado por largo tiempo el repertorio de la guitarra clásica por haber sido un asqueroso clasicista autoritario, ya que era casi que el único guitarrista conocido de esa época, y no querer tocar absolutamente ninguna pieza de compositores contemporáneos de aquel entonces que presentaban un lenguaje más innovador. Gracias a Dios apareció Leo Brouwer y cambió toda esa situación).

Ahora nos encontramos con “Jazz Sonatina”, una sonatina de 3 movimientos compuesta por el compositor serbio Dusan Bogdanovic para guitarra solista y arreglada para trío por Pacello para los movimientos I y III.  Por un lado puramente objetivo, la pieza (y con esto me refiero a lo creado por Bogdanovic) no tiene gran valor. No hay ningún planteamiento armónico que llame la atención, mucho menos la construcción, que se basa en un modelo clásico que se viene utilizando desde hace siglos. Técnicamente, tampoco introduce nada nuevo. A su vez, la mezcla de música clásica con otros lenguajes como el jazz no es nada innovador. Básicamente, es una pieza que podría saltearse o incluso faltar en el repertorio musical. Por el lado subjetivo, es una pieza con energía a imaginación y con varios cambios de ánimo manteniéndose siempre en un mismo paisaje. En lo personal, me gusta. Pero acá lo interesante es el arreglo. No es nada arriesgado en sí. No es como la adaptación de “Bourée” de Bach a banda de rock por Jethro Tull u otras composiciones barrocas para banda de heavy metal (algo que es tan asqueroso y terraja como las mismas guitarras que usan los que tocan esa música. Amigos, hay cosas que funcionan y otras que no, y no sé en qué dimensión, galaxia o universo encontraron esa combinación como respuesta a sus ansias de tocar música...). Por tratarse de una sonatina con enorme uso de un lenguaje de jazz, adaptarla a un trío de esa índole no parecería descabellado. Pero fue Pacello quien lo hizo y es una idea genial y funciona perfectamente. Vale la pena apreciar los arreglos logrados para esta pieza musical.

A esto le sigue “Hacia otro lugar”, el primer tema donde aparece la guitarra eléctrica. Basada en el tercer movimiento de la Sonatina, nos encontramos con un jazz fusión con gran energía y enorme destreza técnica. Aquí podemos notar el sonido rockero de este guitarrista que, manteniendo un lenguaje puramente jazzístico, logra ensuciar todo con alta distorsión y shredings rapidísimos. No hay que dejar de lado los aportes del baterista Martin Cruz quien logra mantener el ritmo sin dejar de lado los pequeños detalles.

“Montevideo a media noche” es el tema puramente eléctrico, ya que, además de la guitarra eléctrica, nos encontramos con el bajo eléctrico de Nacho Correa. Este debe ser el tema que está más apartado del resto del disco, pues, por más que el tema anterior fuera con guitarra eléctrica y con un lenguaje de jazz fusión, el resto de los instrumentos era acústico y se trataba de una especie de variación de la sonatina. Tal vez este sea el único caso en donde el género sea más cercano al de otros temas del repertorio uruguayo, sobre todo por el ritmo proporcionado por la batería. Aun así, esto es leve. Aquí podemos escuchar fuertes evidencias de Allan Holdsworth en sus trabajos que empezaron a  finales de los ’80 y los trabajos de los últimos años de John McLaughlin. Lo interesante es que, aunque sea puramente eléctrico, no es un tema que llegue a un nivel energético tan grande. Nuevamente los solos de guitarra de Pacello son sorprendentes, haciendo gritar a la guitarra con un nivel preciso de distorsión. Por mi parte, me habría gustado que el bajista en este tema, y también en el anterior, hubieran tenido una participación con mayor presencia. Algún solo o tal vez un momento puramente rítmico. Aun así, destaco las participaciones por parte de Correa, con un aire funky super rítmico que no caen en el típico tributo a Jaco Pastorius, logrando líneas muy cantables.

“Joaquín” despide el disco como debía serlo: un tema acústico solista. Es muy bello, gentil y super entrañable que en cierta forma deja un sentimiento de tristeza por tratarse del final de este álbum. Sin embargo, nos despide de una gran forma, con ambientes nocturnos y misteriosos que desembocan en una melodía amistosa que le dibujan una sonrisa al oyente. Es de esas canciones que uno podría escuchar para despedir la noche cuando se encuentra en las afueras de la ciudad.

“Luar” nos presenta un abanico de estilos que toman como punto de partida el jazz, pero que pronto sacan raíces hacia otros campos. Es imposible catalogar de forma adecuada a este disco porque hay más de un mundo viviendo al mismo tiempo. Ponerle la etiqueta de “jazz” es lo más fácil y evidente, pero quiero dejar en claro que esto lo hago simplemente para dar una idea y sin duda no merece etiqueta.

Es un disco interesante porque nos transporta a un universo muy rico en tan solo 36 minutos. Son 36 minutos de arreglos exquisitos, paisajes diversos muy bien pintado y de una fineza musical enorme. Es un disco muy bien trabajo pero careciente de pretensión.

A su vez, lo destacó por tratarse de algo diferente. Tal vez no tanto a nivel internacional, aunque podría incluirse tranquilamente en un catálogo de la discográfica ECM, cuyo sonido se asemeja mucho al de este disco, y no pasar desapercibido en absoluto (y mucho menos envidiarle algo a otros discos). Pero sí a nivel nacional. Hasta ahora no había escuchado una propuesta de este estilo en el campo del jazz uruguayo y sin duda me da mucha alegría que alguien como este gran guitarrista se tome el riesgo de aventurarse por estos territorios tan poco explorados en el jazz nacional.

2 párrafos atrás decía que la etiqueta de jazz no describe todo lo logrado en este disco. Yo diría que la indicada es “música”…..y de la buena!





Aquí les dejo el Soundcloud de este artista donde podrán escuchar algunos de sus temas y samples de otros, y dónde podrán comunicarse con él si tienen ganas de adquirir su disco, que esperemos que así sea (al menos es mi recomendación...): https://soundcloud.com/alejandro-pacello

También les dejo su MySpace: https://myspace.com/alejandropacello/music/songs







HASTA LA PRÓXIMA!!!!


lunes, 16 de septiembre de 2013

Avishai Cohen with Nitai Hershkovits - "Duende"

Siguiendo con la línea del jazz, hoy les traigo un artista que se ha vuelto de mis preferidos de las más jóvenes generaciones de jazz de hoy en día.

Avishai Cohen es un contrabajista y muchas veces bajista eléctrico nacido en Israel. Luego de terminar sus estudios de secundaria, se mudó a New York donde estudió música en el Mannes College The New School for Music. Aunque la vida en esos primeros años no fue fácil, teniendo que trabajar de obrero en construcciones y tocar en la calle para ganarse alguna moneda, un tiempo después fue invitado por Danilo Perez a formar parte de su trio. Sin embargo, lo mejor sucedería cuando el mismísimo Chick Corea lo invitara a formar parte de su entonces nuevo sexteto llamado Origin. Gracias a esto, lanzó 4 álbumes solista en el sello de Corea. Ya por el 2003, cuando se encontraba tocando con Corea en formato de trío, decidió regresar a Tel Aviv e iniciar su propio sello discográfico, Razdaz Recordz, en el cual ha lanzado varios álbumes desde entonces.

La música de Cohen tiene un lenguaje muy particular. Partiendo de una base jazzera, rápidamente nos encontramos con influencias de medio oriente, Europa del este, flamenco, jazz latino y por supuesto tradiciones israelíes (aunque son menos evidentes que en el disco de Metheny y Zorn). En ningún momento deja de lado estas influencias. Nunca llega a un lenguaje puramente jazzístico.

Como es típico en las nuevas generaciones de jazzeros, como Brad Mehldau, la armonía se aleja bastante de la tradición del jazz, tomando de ella, más que nada, el ritmo y por supuesto la improvisación.

Hay 2 aspectos que caracterizan la música de Cohen, haciéndola fácilmente identificable.

Por un lado, la forma de tocar el contrabajo. Es un toque muy percusivo y super rítmico, con líneas que generan un gran contrapunto con los demás instrumentos y que, en vez de hacer un walking bass, hace líneas puramente melódicas que cambian la armonía constantemente. Es interesante porque generalmente no es la percusión la que da el ritmo, sino el contrabajo.

Por otro lado, viniendo de la mano con lo anterior, los pianos, siempre con un toque bastante clásico-romántico y manejando un lenguaje de las influencias que mencioné previamente, acompañan con motivos que se transponen junto a ese constante cambio armónico.

La música de Cohen tiene un carácter profundo. Rara vez queda en temáticas que no despierten un espíritu contemplador y filosófico. Siempre hay alguna historia o pensamiento en el relato musical. Es una música que evoca sentimientos más que sensaciones.

Algo interesante es la estructura de las canciones. En gran cantidad de casos hay un pensamiento más bien vertical que horizontal (en términos musicales, refiriéndose a una partitura). Con esto me refiero a que generalmente la música de Cohen se preocupa más por los cambios armónicos, los acordes que se forman y como se conectan entre ellos, más que por la melodía. Esto hace que la banda funcione como un bloque, como un todo. Cuando hay una melodía, es con un pensamiento más cercano al riff. Esto, a su vez, hace que la improvisación, en muchos casos, tenga una identidad muy particular, ya que varias veces se tratan de pequeñas improvisaciones con pocas notas, como si fueran pequeños pasajes.

El disco que les traigo hoy se titula “Duende”, lanzado en Mayo del 2012. Es un disco especial para Cohen, pues es de dúos entre contrabajo y piano. Quien lo acompaña es Nitai Hershkovits.

Debido a la escasez instrumental, el disco es muy personal y por ende bastante más contemplativo que los demás. Sin embargo, esta escasez no es razón para bajar la energía y nos encontramos con ritmos potentes como los suelen ser en la música de Cohen.

Como gran melómano, soy de tener ciertos momentos para escuchar ciertos tipos de música. El jazz generalmente lo prefiero escuchar de noche. Y en este caso, siendo tranquilo, diría que es para una buena noche de lluvia a oscuras. Es algo subjetivo y sin valor en realidad, pero entre melómanos nos entendemos.

En este disco, Cohen se ha tomado el trabajo de llevar ambas concepciones musicales a un extremo.

Por un lado, nos encontramos con canciones super estructuradas con enorme cantidad de detalles.

Aunque nunca hay modulación armónica (es decir, pasar de una tonalidad a otra), la armonía es muy rica ya que, como siempre, se encuentra en constante cambio. Gracias a esto, las melodías de carácter minimalista se ven enriquecidas, ya que cambian su personalidad en cada momento dependiendo del acompañamiento y finalmente las melodías parecen ser más largas de lo que realmente son a pesar de su carácter cuasi-repetitivo.

Los temas, en su mayoría, no parecen tener una estructura típica de jazz, con su introducción, improvisación y vuelta al tema o trabajo en conjunto. Parecen ser piezas escritas, de partitura, donde todo fue pensado y arreglado previamente. Sin duda hay improvisación, pero en la escucha, parecería que en el trabajo previo a la grabación se hubieran establecido las reglas para la misma.

También es muy rico el juego instrumental. Siendo solo 2 instrumentos, las posibilidades de juego tímbrico y contrastes es más difícil, pero aquí, Cohen y Hershkovits explotan las posibilidades instrumentales y la combinación al máximo.

El piano vive en un eterno baile de arpegios, acordes, melodías, pasajes con mayor concentración en lo rítmico que lo melódico y con grandes contrastes de dinámica, saltando de algo super suave a algo fuerte repentinamente. Y es este baile que crea unas participaciones pianísticas muy personales, porque rara vez algo es puramente arpegiado o puramente acórdico. Siempre es una combinación.

Si el piano es quien le da los colores a estos paisajes, es el contrabajo quien le da el dinamismo y carácter. Sus participaciones siempre son las que marcan la personalidad del tema. Nos podemos encontrar con contrabajos tocados con arco de forma muy sutil y suave, dándole un sonido más puro y de reflexión al tema. También hay contrabajos tocados a dedo, dándonos un poco más de movimiento y solos de gran calidad. Y finalmente tenemos aquellos punteos agresivos cercanos al slap que le dan a los temas la energía suficiente para olvidarse de que no hay batería.

Aunque son variados, hay un ambiente homogéneo y un punto de partida en común. Sin embargo, vale destacar ciertos temas que caracterizan al disco.

El disco abre con “Signature”, careciente de improvisación y minuciosamente armado. Cuenta con enorme cantidad de detalles. Al principio nos encontramos con una entrada muy cantábile, cuasi flotante y en constante cambio armónico que de a poco se transforma en algo super rítmico gracias al contrabajo, volviendo finalmente a algo como el comienzo. Una perfecta introducción para lo que nos espera en lo que sigue del disco.

“Criss Cross” es la que tiene un lenguaje de jazz más clásico. Pero lo interesante es que este paisaje claramente influenciado por Thelonious Monk está pintado con un aire italianesco, dándole un toque muy bello. Algo que llama la atención: Cohen haciendo un walking-bass, algo que raramente hace. A su vez, gracias a la instrumentación y el aire del tema, recuerda mucho a los trabajos más tradicionales de Ron Carter.

“Soof” es un ejemplo perfecto de lo que hablaba anteriormente acerca de la melodía. Aquí claramente se puede notar como la melodía superior (la aguda) es bastante minimalista y no hace grandes saltos pero gracias al constante cambio armónico y luego del bajo a un estilo de bajo continuo de estilo barroco, esta parecería ser más móvil de lo que de verdad es. Lo interesante es que los acordes de a poco se van transformando en ese bajo continuo y este, finalmente, toma el rol de la voz principal. Un ejemplo excelente del trabajo realizado por el dúo. Aquí se notan claramente las influencias clásicas más cercanas al barroco pintadas con armonías y ritmos de medio oriente.

“All of You” es la alegre y divertida del disco, con un lenguaje más cercano al bebop y con toques de hard-bop, aunque cerca del final nos lleva a los paisajes típicos de Cohen. Es jazz del más puro lleno de improvisaciones excelentes. Aquí es el piano quien se lleva todos los premios, aunque hay que destacar la comunicación entre ambos instrumentos.

El disco cierra con “Ballad for an Unborn”. Como lo dice el título, es una balada y como tal tranquila. Igual va por un lado introspectivo y filosófico más que de tranquilidad o algún sentimiento banal. Aquí solo participa el piano. Es un tema muy bello que resume de excelente manera lo generado en todo lo anterior.

Estilísticamente no es un disco novedoso. Es actual sin lugar a dudas, ya que el sonido y estilo de composición es el que está sucediendo hoy en día por parte de las generaciones más recientes del jazz como Brad Mehldau, Mathias Eick y otros, donde las armonías de jazz son de a poco sustituidas con las de otros estilos musicales populares, sobre todo del rock alternativo.

La magia y originalidad de la música de Cohen es el ritmo, el constante cambio armónico y el detallismo. En este disco todo eso se encuentra presente pero llevado a su apogeo, sobre todo por el gran trabajo de los arreglos, tornando los temas en composiciones de partitura prácticamente.

“Duende” es otro trabajo discográfico que demuestra que Avishai Cohen es de las voces más originales e interesantes del jazz actual, tal vez aún no reconocida lo suficiente.





Aquí les dejo para que puedan escuchar el disco entero: http://www.youtube.com/watch?v=XG-81iAjGEk&list=PLED1FC791D4F6660E






HASTA LA SEMANA QUE VIENE!!!!!




miércoles, 4 de septiembre de 2013

Pat Metheny - “Tap: John Zorn’s Book of Angels, Vol.20”

Dejando de lado el rock, en las próximas semanas estaré escribiendo sobre discos de jazz y estilos adyacentes. Y hoy empiezo con ello.

El disco que les traigo esta vez es la unión entre 2 de los mayores genios musicales de estos tiempos desde décadas atrás. Son 2 de esos artistas que no pueden ser encasillados estrictamente dentro de una categoría y que año a año demuestran evolucionar y explorar nuevos territorios: Pat Metheny y John Zorn.

Pat Metheny, de los 2, es el menos heterogéneo,  pero esta afirmación va solo por el lado de la comparación, pues el mundo de Metheny es inmenso.

Desde sus inicios como guitarrista en la banda de Gary Burton, se inclinó hacia el jazz. Sin embargo, ya en sus primeros discos fue mostrando otras influencias, como el folk, rock, influencias latinas, etc.

Varios discos como “Pat Metheny Group”, “Offramp”, “The Way Up”, etc, nos dan a conocer su lado jazzístico.
Discos como “New Chautauqua”, su obra maestra a mi consideración y a su vez uno de los mayores logros de la música popular, nos muestra un Metheny en busca de ambientes y paisajes sonoros pintados con aires de jazz, folk y algo de new age de los ’70.

Luego nos encontramos con otros como “Secret Story” o “Imaginary Day” donde el género es bastante indefinible debido a la enorme mezcla de lenguajes musicales, llegando a incluirse tradiciones folklóricas asiáticas muy lejanas a la cultura anglosajona.

Pero también tenemos un Metheny super experimental en varios temas de su disco “Quartet” junto su clásico grupo Pat Metheny Group, en el cual siempre ha participado el excelente tecladista Lyle Mays, el mayor colaborador de Metheny, y más que nada en “Zero Tolerance for Silence”, 5 temas de superposiciones contrapuntísticas de guitarras eléctricas con gran distorsión que logran un ambiente sucio y pesado, llegando al noise rock más salvaje y demente que uno podría escuchar. Y hay varias caras más.

Como guitarrista, es, a mi consideración, el mejor desde su aparición. Conozco varios guitarristas. Algunos llegan a un virtuosismo inigualable. Otros llegan a un nivel melódico que pareciera que cantarán. Pero muy pocos, MUY POCOS, llegan a combinar ambas de forma precisa. Metheny es de esos poquitísimos guitarristas que logran tener un virtuosismo técnico único y que a su vez llegan a un desarrollo melódico impresionante. Canciones como “New Chautauqua” tienen un nivel técnico que pocos podrían igualar pero a su vez son solos que pueden cantarse. Es literalmente el punto máximo al cual un guitarrista puede llegar. Y les dejo aquí para que lo comprueben: http://www.youtube.com/watch?v=-odr6jeYfo4

John Zorn es de esos hombres que lanzan, lanzan y lanzan música sin parar, en un abanico gigante de estilos musicales. Es como un Frank Zappa.

Sin embargo, la música de Zorn es bastante más arriesgada en cierto sentido. Nunca nos vamos a encontrar con discos como “Sheik Yerbouti” o “Overnite Sensation” de Zappa, discos en los que se puede encontrar rock en un estilo más clásico. Zorn es un experimentador y siempre se ha manejado con lenguajes musicales en donde la experimentación es algo fundamental.

Dentro de su gigantesca discografía, la cual alcanza más de 400 álbumes, nos encontramos con jazz, improvisación libre, rock, heavy metal, hardcore punk, noise rock, klezmer y otras tradiciones judías, música clásico-contemporáneo, música para películas, etc.

Es un hombre inclasificable que salta de una punta a la otra constantemente. Bueno, sin ir más lejos, este hombre nos presentó Masada, una banda que tocaba una mezcla de jazz con klezmer en un ambiente super tonal y bastante accesible y un año antes se encontraba con Naked City, una banda que llevaba la música a su estado de mayor violencia y agresividad, plagada de cambios bruscos en temas que no llegaban al minuto. Aquí les dejo un ejemplo de Masada: http://www.youtube.com/watch?v=fzzt2kCix8c   y aquí uno de Naked City: http://www.youtube.com/watch?v=oXcgg7WC7LI

La historia de este disco empieza años atrás.

Durante la época de Masada, Zorn escribió un libro de unas 200 canciones con influencias de tradición judía. Estas contaban con una melodía y una serie de reglas para seguir la canción, como las tonalidades o modos en las cuales tocar, el tempo y otra serie de reglas, lo cual da la posibilidad de improvisar o de “componer” el resto del tema. Estos temas fueron tocados con la banda en su 1er época.

Para el 2004, Zorn había compuesto unas 300 canciones más, las cuales las incluyó en un segundo libro de Masada titulado “The Book of Angels”. Este segundo libro no ha sido interpretado por la banda sino por diferentes músicos, algunos a pedido de Zorn y otros simplemente le han pedido a este genio que les seleccionara algunos temas para interpretar. Entre estos se encuentran Marc Ribot, Medeski Martin & Wood, Mark Feldman y Ben Goldberg.

Unos meses atrás, mediante una charla via email, Metheny le comentó a Zorn acerca de sus ganas de interpretar algunas de las canciones de este libro. Eran enormes fanáticos uno del otro pero nunca habían trabajado conjuntamente. Metheny creía que podía aportar en esta serie de interpretaciones y Zorn no dudo ni un segundo en aceptar la propuesta e hizo una selección de canciones para el brillante guitarrista.

Metheny comenta que el trabajo empezó a partir de la improvisación, analizando los parámetros de estas canciones y viendo cuales eran las posibilidades musicales e instrumentales que las reglas permitían. La improvisación empezó con el arsenal instrumental que finalmente sería el que utilizaría en el disco: guitarras, sitar, bajo, tiple, teclados, bandoneón, percusión, fliscorno y el sistema orchestrionics que diseñó para su álbum “Orchestrion” (un set de instrumentos controlados mediante medios electrónicos que permite a Metheny tocarlos todos a la vez, algo así como una pianola multi-instrumental). También lo acompaña Antonio Sánchez, increíble baterista con el cual ha colaborado en los últimos 11 años.

En este álbum titulado “Tap: John Zorn’s Book of Angels, Vol.20” y lanzado en Mayo de este año 2013, nos encontramos con 6 de las centenares de canciones de este libro. Debido a que hay una edición lanzada por el sello Nonesuch y otra por el Tzadik (el sello de Zorn), hay 2 arte de tapa diferentes, una para cada sello discográfico.

El álbum es estilísticamente bastante versátil. Aunque hay una gran predominancia de influencias de tradición judía con una base de klezmer y músicas de medio oriente, ya que las melodías e ideas principales de las canciones fueron compuestas por Zorn en esa índole, el álbum va viajando entre ambientes semi-rockeros, acústicos tranquilos, unos tonos jazzeros, un lado algo progresivo y bastante experimentalismo.

Es claro que Metheny adoptó 2 caras musicales. Por un lado, es evidente que en cada canción hay planificación, tanto instrumental como en el desarrollo, ya que en todos los temas podemos notar secciones con conexiones muy bien logradas y arreglos que no suceden por arte de magia. Pero a su vez, siendo un jazzero, hay mucha improvisación. Nos encontramos con excelentes solos de guitarra y otros instrumentos del arsenal de este músico y  participaciones en constante cambio por parte de Antonio Sánchez. Metheny siempre ha sido un maestro de estos 2 caras, que por lo general, deja en duda cuando empieza una y termina la otra (el ejemplo máximo de esto es su obra maestra para su grupo titulada “The Way Up”, una verdadera obra de unos 70 minutos sin parar donde estas 2 caras son llevadas al límite).

El disco abre con “Mastema”. Ya desde el inicio nos damos cuenta de las evidentes influencias de tradición judía. Pero a su vez notamos, por el lado de Zorn, esa deformidad musical, utilizando un compás de 10/16. Por el lado de Metheny, quien es el que eligió el instrumental y le dio forma a esta música, es claro que aquí se aleja de su sonido más jazzero y se acerca a esas influencias de otras tradiciones musicales ajenas a lo anglosajón, influencias que se pudieron escuchar perfectamente en discos como “Secret Story” e “Imaginary Day”. A la vez, el riff que da inicio a la canción recuerda mucho al trabajo de Robert Fripp en los’80 con su String Quintet. Luego de la introducción de la melodía principal, empezamos a escuchar la guitarra improvisada de Metheny con un sonido totalmente ajeno al que estamos acostumbrados. No hay nada de ese sonido de micrófono de puente con un timbre suave con pocos agudos. Acá nos encontramos, en los 2 casos de improvisación, con un Metheny distorsionado y sucio a un punto chirriante y destructivo. Lo interesante es que en cada caso, el sonido de la guitarra es diferente y ambas improvisaciones son muy diferentes. Es que Metheny siempre comenta que detesta usar efectos de guitarra como un simple coloreo del sonido. El usa muy pocos efectos y cada efecto lo piensa como instrumento diferente. La canción a su vez está plagada de detalles que la acercan a algo electrónico experimental, dándole una identidad muy particular.

“Albim” empieza con una guitarra acústica tranquila. El ambiente general del tema es así, más allá de que a los pocos minutos se eleva. Tal vez sea en este tema en donde menos se siente la presencia de Zorn, llevándonos al lado más jazz acústico de Metheny. La batería de escobillas de Antonio Sánchez ayuda mucho a lograrlo. Nuevamente, podemos notar como Metheny tiene un concepto totalmente diferente con la guitarra acústica, ya que sus solos y participaciones son muy distintas a lo anterior, más allá del ambiente generado.

Con “Tharsis” volvemos a ese paisaje de medio oriente en un ambiente bastante klezmer pintado por el lenguaje de tonos a lo Steve Reich de los últimos tiempos de Metheny. La melodía principal es muy interesante ya que parece un espiral interminable gracias a su carencia de pausas. Cuando empieza la parte de improvisación nos encontramos con el efecto de guitarra más conocido de Metheny. Aunque ha tenido varias caras en su instrumento, las 2 más conocidas son la limpia de timbre opaco bien jazzero y el de esta canción. Lo más interesante de este tema son la cantidad de detalles que decoran la melodía principal, además del acompañamiento que, unido a lo anterior, forma un contrapunto de laberinto. La gema está en el final con la participación de una guitarra eléctrica con un efecto que logra un grito destructivo.

“Sariel” nos transporta a un ambiente desértico cargado de detalles por el arsenal guitarrístico de la canción. Es muy interesante el ambiente imponente y gigante que se logra en la 1era sección, con una manada de guitarras rasgueadas acompañadas de solos destellantes, y el ambiente tranquilo y meditativo que le continúa, con un contrapunto lento de esas guitarras.

“Phanuel” es la canción más tranquila del disco. Es la guitarra acústica quien tiene la voz principal durante el transcurso del tema, tanto en la parte de acompañamiento como en la solista. Sin embargo, nos encontramos con teclados y acordiones delirantes y experimentales en la 1er sección del tema y una percusión más que nada de platillos en la 2da, la cual no llega a marcarnos el pulso y ritmo, ayudando a mantener ese ambiente tranquilo y flotante durante la duración total. Es un tema muy contemplativo y reflexivo.

“Hurmiz” cierra el disco con el lado experimental de Metheny. Desde un principio nos encontramos con un piano tonal pero totalmente loco y caricaturesco que resuena mucho a las piezas de Erik Satie. Pero lo interesante es que a los pocos segundos aparece Antonio Sánchez con un interminable e increíble solo de batería, demostrando que este hombre trasciende el lenguaje de jazz y puede llegar a niveles de experimentalismo increíble. Más llamativo aún son los planos del tema, ya que, por más que el piano sea el único instrumento melódico, debido a su repetición y poca variabilidad y por ende carencia de factor sorpresa, este se encuentra en un segundo plano y es la percusión que nos mantiene atentos constantemente.

Algo que sucede en cada canción excepto en “Tharsis” y “Hurmiz”, es que cierran con una coda que generalmente va hacia un lado más experimental y de improvisación libre, como si de a poco nos fueran anunciando el final del disco. En el 1er tema nos encontramos con una especie de remix desenfrenante de un solo de la guitarra que cierra el tema. En el 2do con un pasaje con enlaces de acordes inconexos, dejando un ambiente impresionista cargado de duda.  “Sariel” cierra con una improvisación libre entre una guitarra super distorsionada y chillante y la batería de Antonio Sánchez.  Finalmente “Phanuel” cierra con una coda oscura y grave dejando una sensación apocalíptica. Es verdad que estas codas poco tienen que ver con lo que les precedía y en cierto modo no tienen sentido alguno, o sea, no tienen mucha razón de ser en el discurso de cada canción. Sin embargo, están muy bien logradas y tienen gran valor. Tal vez es una intención de ruptura descontextualizada que de alguna forma borra todo lo escuchado previamente, como una limpieza sonora, y así empezar el siguiente tema con los oídos en un estado neutro.

“Tap” está cargado de detalles. Aunque obviamente hay 2 planos, el melódico y el acompañamiento, uno puede desmantelar el 2do y notar pequeños detalles, tanto percusivos como melódicos, que le dan color y vida a toda esta música. No hay ninguna canción que sea simplemente 3-4 instrumentos. En todas hay un arsenal instrumental en un estilo minimalista que hace que la carga de instrumentos no vaya para el lado de un contrapunto inmenso y así una decena de voces al mismo tiempo, sino por un lado más tímbrico. Muchos instrumentos hacen lo mismo o algo muy parecido y lo que se escucha no son 2 instrumentos, sino la sumatoria que crea un timbre rico, complejo y diferente.

Una vez más, John Zorn demuestra que no tiene nada que envidiarle como compositor a ninguno de los más reconocidos, ya que su abanico musical es tan grande que no hay tiempo ni palabras para clasificar cada uno de los estilos que lo conforman. Es un hombre con ideas originales y bien desarrolladas, tanto en un nivel más tradicional por el lado melódico y armónico como por el lado conceptual trayendo ideas y propuestas típicas de la música clásico-contemporánea de la post-guerra del siglo XX.

Pero más que nada, se evidencia nuevamente que el mundo de Pat Metheny es inmenso y en constante expansión. Es un hombre que suma y no remplaza. Podemos escuchar influencias y sonidos del pasado, detalles e ideas que ha utilizado previamente. Pero estas son reformuladas y adaptadas a este nuevo contexto y surgen combinaciones que no habían aparecido antes. A su vez, hay una suma, ya que se trata de música hecha por otra persona de otra rama musical.

El resultado de “Tap: John Zorn’s Book of Angels, Vol.20” es algo bastante único y es una nueva rama en la música de Metheny, demostrando una vez más que este artista siempre se mantiene vivo y en constante cambio, en constante evolución.




Aquí les dejo un link para que puedan escucharlo online: http://grooveshark.com/#!/album/Tap+Book+Of+Angels+Volume+20/8955182




HASTA LA PRÓXIMA SEMANA!!!