Siguiendo con la línea del jazz, hoy les traigo un artista
que se ha vuelto de mis preferidos de las más jóvenes generaciones de jazz de
hoy en día.
Avishai Cohen es un contrabajista y muchas veces bajista
eléctrico nacido en Israel. Luego de terminar sus estudios de secundaria, se
mudó a New York donde estudió música en el Mannes College The New School for
Music. Aunque la vida en esos primeros años no fue fácil, teniendo que trabajar
de obrero en construcciones y tocar en la calle para ganarse alguna moneda, un
tiempo después fue invitado por Danilo Perez a formar parte de su trio. Sin
embargo, lo mejor sucedería cuando el mismísimo Chick Corea lo invitara a
formar parte de su entonces nuevo sexteto llamado Origin. Gracias a esto, lanzó
4 álbumes solista en el sello de Corea. Ya por el 2003, cuando se encontraba
tocando con Corea en formato de trío, decidió regresar a Tel Aviv e iniciar su
propio sello discográfico, Razdaz Recordz, en el cual ha lanzado varios álbumes
desde entonces.
La música de Cohen tiene un lenguaje muy particular.
Partiendo de una base jazzera, rápidamente nos encontramos con influencias de
medio oriente, Europa del este, flamenco, jazz latino y por supuesto
tradiciones israelíes (aunque son menos evidentes que en el disco de Metheny y
Zorn). En ningún momento deja de lado estas influencias. Nunca llega a un
lenguaje puramente jazzístico.
Como es típico en las nuevas generaciones de jazzeros, como
Brad Mehldau, la armonía se aleja bastante de la tradición del jazz, tomando de
ella, más que nada, el ritmo y por supuesto la improvisación.
Hay 2 aspectos que caracterizan la música de Cohen,
haciéndola fácilmente identificable.
Por un lado, la forma de tocar el contrabajo. Es un toque
muy percusivo y super rítmico, con líneas que generan un gran contrapunto con
los demás instrumentos y que, en vez de hacer un walking bass, hace líneas
puramente melódicas que cambian la armonía constantemente. Es interesante
porque generalmente no es la percusión la que da el ritmo, sino el contrabajo.
Por otro lado, viniendo de la mano con lo anterior, los
pianos, siempre con un toque bastante clásico-romántico y manejando un lenguaje
de las influencias que mencioné previamente, acompañan con motivos que se
transponen junto a ese constante cambio armónico.
La música de Cohen tiene un carácter profundo. Rara vez
queda en temáticas que no despierten un espíritu contemplador y filosófico.
Siempre hay alguna historia o pensamiento en el relato musical. Es una música
que evoca sentimientos más que sensaciones.
Algo interesante es la estructura de las canciones. En gran
cantidad de casos hay un pensamiento más bien vertical que horizontal (en
términos musicales, refiriéndose a una partitura). Con esto me refiero a que
generalmente la música de Cohen se preocupa más por los cambios armónicos, los
acordes que se forman y como se conectan entre ellos, más que por la melodía.
Esto hace que la banda funcione como un bloque, como un todo. Cuando hay una
melodía, es con un pensamiento más cercano al riff. Esto, a su vez, hace que la
improvisación, en muchos casos, tenga una identidad muy particular, ya que
varias veces se tratan de pequeñas improvisaciones con pocas notas, como si
fueran pequeños pasajes.
El disco que les traigo hoy se titula “Duende”, lanzado en
Mayo del 2012. Es un disco especial para Cohen, pues es de dúos entre
contrabajo y piano. Quien lo acompaña es Nitai Hershkovits.
Debido a la escasez instrumental, el disco es muy personal y
por ende bastante más contemplativo que los demás. Sin embargo, esta escasez no
es razón para bajar la energía y nos encontramos con ritmos potentes como los
suelen ser en la música de Cohen.
Como gran melómano, soy de tener ciertos momentos para
escuchar ciertos tipos de música. El jazz generalmente lo prefiero escuchar de
noche. Y en este caso, siendo tranquilo, diría que es para una buena noche de
lluvia a oscuras. Es algo subjetivo y sin valor en realidad, pero entre melómanos
nos entendemos.
En este disco, Cohen se ha tomado el trabajo de llevar ambas
concepciones musicales a un extremo.
Por un lado, nos encontramos con canciones super
estructuradas con enorme cantidad de detalles.
Aunque nunca hay modulación armónica (es decir, pasar de una
tonalidad a otra), la armonía es muy rica ya que, como siempre, se encuentra en
constante cambio. Gracias a esto, las melodías de carácter minimalista se ven
enriquecidas, ya que cambian su personalidad en cada momento dependiendo del
acompañamiento y finalmente las melodías parecen ser más largas de lo que realmente
son a pesar de su carácter cuasi-repetitivo.
Los temas, en su mayoría, no parecen tener una estructura
típica de jazz, con su introducción, improvisación y vuelta al tema o trabajo
en conjunto. Parecen ser piezas escritas, de partitura, donde todo fue pensado
y arreglado previamente. Sin duda hay improvisación, pero en la escucha,
parecería que en el trabajo previo a la grabación se hubieran establecido las
reglas para la misma.
También es muy rico el juego instrumental. Siendo solo 2
instrumentos, las posibilidades de juego tímbrico y contrastes es más difícil,
pero aquí, Cohen y Hershkovits explotan las posibilidades instrumentales y la
combinación al máximo.
El piano vive en un eterno baile de arpegios, acordes,
melodías, pasajes con mayor concentración en lo rítmico que lo melódico y con
grandes contrastes de dinámica, saltando de algo super suave a algo fuerte
repentinamente. Y es este baile que crea unas participaciones pianísticas muy
personales, porque rara vez algo es puramente arpegiado o puramente acórdico.
Siempre es una combinación.
Si el piano es quien le da los colores a estos paisajes, es
el contrabajo quien le da el dinamismo y carácter. Sus participaciones siempre
son las que marcan la personalidad del tema. Nos podemos encontrar con
contrabajos tocados con arco de forma muy sutil y suave, dándole un sonido más
puro y de reflexión al tema. También hay contrabajos tocados a dedo, dándonos
un poco más de movimiento y solos de gran calidad. Y finalmente tenemos
aquellos punteos agresivos cercanos al slap que le dan a los temas la energía
suficiente para olvidarse de que no hay batería.
Aunque son variados, hay un ambiente homogéneo y un punto de
partida en común. Sin embargo, vale destacar ciertos temas que caracterizan al
disco.
El disco abre con “Signature”, careciente de improvisación y
minuciosamente armado. Cuenta con enorme cantidad de detalles. Al principio nos
encontramos con una entrada muy cantábile, cuasi flotante y en constante cambio
armónico que de a poco se transforma en algo super rítmico gracias al
contrabajo, volviendo finalmente a algo como el comienzo. Una perfecta
introducción para lo que nos espera en lo que sigue del disco.
“Criss Cross” es la que tiene un lenguaje de jazz más
clásico. Pero lo interesante es que este paisaje claramente influenciado por
Thelonious Monk está pintado con un aire italianesco, dándole un toque muy
bello. Algo que llama la atención: Cohen haciendo un walking-bass, algo que
raramente hace. A su vez, gracias a la instrumentación y el aire del tema,
recuerda mucho a los trabajos más tradicionales de Ron Carter.
“Soof” es un ejemplo perfecto de lo que hablaba
anteriormente acerca de la melodía. Aquí claramente se puede notar como la
melodía superior (la aguda) es bastante minimalista y no hace grandes saltos
pero gracias al constante cambio armónico y luego del bajo a un estilo de bajo
continuo de estilo barroco, esta parecería ser más móvil de lo que de verdad
es. Lo interesante es que los acordes de a poco se van transformando en ese
bajo continuo y este, finalmente, toma el rol de la voz principal. Un ejemplo
excelente del trabajo realizado por el dúo. Aquí se notan claramente las
influencias clásicas más cercanas al barroco pintadas con armonías y ritmos de
medio oriente.
“All of You” es la alegre y divertida del disco, con un
lenguaje más cercano al bebop y con toques de hard-bop, aunque cerca del final
nos lleva a los paisajes típicos de Cohen. Es jazz del más puro lleno de
improvisaciones excelentes. Aquí es el piano quien se lleva todos los premios,
aunque hay que destacar la comunicación entre ambos instrumentos.
El disco cierra con “Ballad for an Unborn”. Como lo dice el
título, es una balada y como tal tranquila. Igual va por un lado introspectivo
y filosófico más que de tranquilidad o algún sentimiento banal. Aquí solo
participa el piano. Es un tema muy bello que resume de excelente manera lo
generado en todo lo anterior.
Estilísticamente no es un disco novedoso. Es actual sin
lugar a dudas, ya que el sonido y estilo de composición es el que está
sucediendo hoy en día por parte de las generaciones más recientes del jazz como
Brad Mehldau, Mathias Eick y otros, donde las armonías de jazz son de a poco
sustituidas con las de otros estilos musicales populares, sobre todo del rock
alternativo.
La magia y originalidad de la música de Cohen es el ritmo,
el constante cambio armónico y el detallismo. En este disco todo eso se
encuentra presente pero llevado a su apogeo, sobre todo por el gran trabajo de
los arreglos, tornando los temas en composiciones de partitura prácticamente.
“Duende” es otro trabajo discográfico que demuestra que
Avishai Cohen es de las voces más originales e interesantes del jazz actual,
tal vez aún no reconocida lo suficiente.
Aquí les dejo para que puedan escuchar el disco entero: http://www.youtube.com/watch?v=XG-81iAjGEk&list=PLED1FC791D4F6660E
HASTA LA SEMANA QUE VIENE!!!!!
1 comentario:
Saludos Santiago !
No controlo mucho a los bajistas de jazz actual pero leyendo tu cronica dan ganas de indagar ,mas con el agregado de que Cohen viene con una cultura completamente diferente a los demas y suena interesante como ha plasmado la misma .
Ya habra oportunidad de conocernos para un concierto del boss .
Me alegra que lo hayas disfrutado
Un abrazo hasta la otra orilla
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