Luego de un tiempo ausente, vuelvo a escribir en este blog.
Roger Osborne, mejor conocido como Buzz Osborne y
posteriormente mejor conocido como King Buzzo, es, a mi consideración, quien ha
logrado una nueva cara al formato cantautor solista.
Como muchos saben, Osborne ha sido líder de la famosa banda
Melvins por más de 3 décadas, banda reconocida como la fundadora del género
Sludge Metal, un subgénero del Doom Metal, caracterizado por tonos graves,
timbres super distorsionados, tempos más lentos, aunque a veces contrastantes,
y la incorporación de elementos del Hardcore Punk y Noise Rock.
En el caso particular de Melvins, más allá de la
agresividad, más allá de sus oscuras letras, la música se trata del sonido, del
timbre. Aunque nos encontramos con una variedad de riffs, ritmos, melodías,
etc, la música se centra más en el sonido que desea plasmar. Algunos temas como
“June Bug" del disco “Stoner Witch”
contienen varias secciones. Pero por lo general, cada tema presenta una sola dimensión, llegando a puntos en los
que el disco en su enteridad es un todo totalmente homogéneo, como el caso del
clásico “Lysol”. Es que por lo general, los riffs de cada disco de la banda
rondan por los mismos lugares, transformando cada canción en una parte de un
todo y no una entidad solitaria. En el caso de “Lysol”, claramente hay una
continuidad en la que cada tema es una versión reducida del todo, como si al
escuchar el disco entero nos encontráramos con una versión expandida de las
partes.
Buzz Osborne comenta, a propósito de su estética en la
guitarra eléctrica, que no le interesan los solos de guitarra, ni el virtuosismo,
sino el timbre. Sus riffs tienen su propia identidad, pero al escuchar los que
ha creado en el correr del tiempo, uno se da cuenta que su guitarra no tiene
varias caras, sino que es una y muy extensa. Jimmy Page es de esos guitarristas
que logra varias caras con su instrumento y es lo multifacético lo que
distingue su guitarra. En el caso de Osborne, se trata del constante trabajo
sobre ese sonido. No toma la actitud romántica de estar en constante búsqueda
de esa “gran obra”, ni de intentar dejar atónito a nadie con virtuosismo. Su
trabajo es más íntimo, el constante agregado a su creación, buscando como
seguir expandiendo los horizontes de su sonido guitarrístico que sin duda son
totalmente maleables, pues, después de 30 años, sigue incorporando nuevos
elementos. A mi parecer, creo que esta
es de las posturas más respetables y valiosas en la música, la constante
búsqueda de nuevos materiales sonoros y trabajar a fondo con los encontrados,
sin nunca zambullirse en la búsqueda por el reconocimiento; una búsqueda
artística por el arte mismo y no por otra cosa; el arte como fin y no como
medio.
En este primer disco como solista lanzado a principios de
este año 2014, titulado “This Machine Kills Artists” en honor a la célebre
frase “This machine kills fascists” que se encontraba endosada en la guitarra
de Woody Guthrie, Buzz Osborne nos trae una nueva búsqueda.
Aún nos encontramos con los riffs clásicos de él, sin duda
con mucho más desarrollo o más bien claridad, movimiento y longitud. Esto sin
duda se debe a la incapacidad de la guitarra acústica de producir esas masas
sonoras que se pueden lograr con la eléctrica y una buena sobrecarga de
distorsión. Sin embargo, debido a la afinación más grave de la guitarra y la
agresividad, la pesadez no se pierde. Entonces, aunque el resultado no es el
mismo definitivamente, la idea desde donde se parte es la misma. Hay una clara
búsqueda tímbrica, y aquí es la guitarra acústica de cuerdas de acero. Claro,
no es el 1ero ni el último que tomará una guitarra de estas y cantará sus
canciones en forma solista. Pero la cosa es que él se lo plantea de esta forma
sin lugar a dudas. El hecho de elegir una afinación más grave, tocar de manera
fuerte y punzante, y así evidenciar no
solo esta afinación, sino el que las cuerdas estén menos tensionadas y así
producir sonidos que otros considerarían indeseados, demuestra que hay algo
premeditado, que el resultado sonoro, el resultado tímbrico, es el buscado, y
que al final de cuentas, el disco se trata de eso: del sonido de la guitarra
acústica jugando en el terreno del Doom Metal.
Obviamente que por el clásico uso de la escala pentatónica
en este género, y en este caso combinado al sonido de la guitarra acústica, es
inevitable que en ciertos momentos la música nos remita al blues-folk crudo
denominado Americana. Sin embargo, esto es en momentos y siempre queda en claro
que la música juega en el terreno de rock pesado.
A su vez, el concepto que Osborne aplica en sus trabajos de
Melvins, lo anteriormente nombrado, el tomar el disco como una sola unidad, es
aplicado aquí. Hay varios temas, hay varios riffs (tal vez más variados que los
que se puede encontrar en un disco de su banda), pero todos rondan por el mismo
paisaje, incluso tonalidades. Esto hace que el disco, por más que tenga varias
partes, es una pieza homogénea. No se trata de escuchar buenos temas, sino un
buen disco.
Gracias a estas cosas, nos encontramos con un disco
sumamente original. Sin duda hay un concepto tímbrico detrás de todo esto.
Conociendo el vasto y variado repertorio de su banda Melvins, la elección de un
disco con un sonido homogéneo, un disco que se encuentra siempre en el mismo
territorio, no es por limitaciones, sino por elección. Esto es lo más
importante en la música: que el fin obtenido sea el buscado. Luego de eso, no
existe ni el bien ni el mal, no hay mejor ni peor música. Lo importante es que
el resultado es el deseado y no se trate de mera casualidad o limitaciones. Y
creo que el resultado es obvio: un disco, una sola pieza, de música pesada
tocada en formato solista acústico. O sea, nos encontramos con un cantautor
acústico y pesado.
Y es esto último lo que hace que este disco sea algo
bastante único dentro del casi eterno catálogo de cantautores acústicos en la
historia. Por alguna razón, una gran parte de los artistas de esta índole
llevan su música a un lugar más tranquilo y pasivo. En muchos casos nos podemos
encontrar con algo un poco más sucio y rebelde. Pero prácticamente nadie
(aunque en mi caso, nunca he escuchado a nadie) ha tomado este rol de una forma
pesada; hacer Metal con tan solo una voz y una guitarra acústica, muchísimo
menos hacer Doom Metal de esta forma. Lo que tenemos acá es un disco de metal
acústico. Así de simple. Si hubiera que ser más específico, de Sludge Metal
acústico, pero bueno, se entiende.
Es inevitable que el Rock y la música popular que ronda en
sus cercanías de alguna forma ahora tenga una evolución más lenta, pues, al
haber aparecido a mediados de los ’50, contaba con siglos de aportes de otros
lenguajes musicales y por ende, tenía todo un ropero de herramientas para lograr
cambios en muy poco tiempo. El Rock evolucionó rápidamente por la incorporación
de elementos de otros lenguajes, combinándolo con el avance de la tecnología.
Hoy en día, cuenta con la tecnología más que nada y por eso ese supuesto
“detenimiento”. Sin embargo, uno ve la música hace 15 años y se pueden notar
cambios. Claro, no son tan pronunciados como los que hubo del ’65 al ’75 o del
’75 al ’85, pero siempre sucede así en la música: evoluciones inversamente
proporcionales. Bueno, es que en realidad, en la historia de la música, las
evoluciones han sido más prolongadas. El alto avance es algo propio del siglo
XX, pero no de la música en sí.
Entonces, a todo esto, este disco representa esos lentos
avances, pero aún así avances. Es un género musical ya conocido pero presentado
en otros medios y así, se logra una combinación diferente. Novedosa, no al
punto de un nueva revelación o género, pero sí novedosa. Es un granito más que
nos aleja del pasado y nos acerca al futuro.
Queda en claro que este disco será de los mejores de este
año, al menos así lo será para este blog.
Aquí comparto con ustedes el disco entero para que lo puedan disfrutar:
Además, un pequeño concierto que dio en KEXP, porque King Buzzo es de esos artistas que es mejor verlos en vivo que escucharlos en un disco:
HASTA LA PRÓXIMA!!!!
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