La segunda mitad del split “Pichón” nos lleva a una música dónde
el ritual y el paisaje son evidenciados de manera más explícita. No solo por
las formas de las composiciones, sino por los lenguajes e instrumentos
utilizados.
Federico Fossati, la persona detrás del proyecto Pan del
Indio, es uno de esos artistas que buscan en la música una experiencia. Hay
músicas que se viven durante la duración del disco o canción, y para estar con
ellas, hay que escucharlas, porque la intensidad es algo del momento. Otras son
para procesar. Uno las escucha y tiene que estar un tiempo meditándolas,
pensándolas. Es como una especie de filosofar, porque su esencia no está en la
superficie musical. Hay que escucharlas, procesarlas, darles un tiempo y volver
a ellas con otra cabeza. Son músicas claras. No hace falta escuchar mil veces,
como algunas canciones, para sacarles el jugo sonoro. No son músicas del momento,
del presente, sino del transcurso del tiempo. La escucha es simplemente un
inicio, es la experiencia. Es todo lo que sigue lo importante: la vivencia. Y
esto es lo que sucede en gran parte de la música de Pan del Indio.
Hay una mezcla de folclores de varias partes del mundo.
Algunos más evidentes, otros menos. Sin duda lo latinoamericano y lo oriental
(por sobre todo) es lo más notorio. Sin embargo, la clara inclusión de
lenguajes occidentales relacionados a la experimentación con los timbres y la
improvisación libre, hace que se transforme en una música bastante indefinible.
Música étnica le quedaría corto, además de que es una
etiqueta asquerosa, como world music, dónde se embolsa absolutamente todo lo
que no sea de origen occidental. Mejor dicho, de origen anglosajón. Experimental
tampoco, porque no es un género, sino más bien una actitud: la búsqueda de
nuevas formas de concebir la música, transgredir las tradiciones, “avanzar”. Como género es otra asquerosidad. Es
básicamente encasillar lo que no se conoce ni gusta ni se intenta entender,
porque en experimental entra Frank Zappa y Sonic Youth, y poco y nada tienen
que ver.
El uso extensivo de una diversidad de instrumentos ayuda a
que la música de este proyecto pierda un origen de procedencia. Desde
instrumentos de cuerda, vientos y percusión de diferentes culturas, la textura
musical de este artista cobra diferentes relieves en cada improvisación.
De alguna forma se lo puede asociar, por su forma de
concebir la música, al alemán Stephan Micus, quien también utiliza una variedad
de instrumentos de diferentes partes del mundo. Sin embargo, la música de este
es super occidentalizada. Por más que utilice instrumentos de diferentes partes
del mundo, su utilización de afinaciones temperadas (la forma de afinar según
la tradición post-barroca occidental) y formas y melodías de carácter
occidental hacen que su música suene más cercana, menos arriesgada, más
amigable. Tendrá instrumentos de muchas partes del mundo, pero el resultado es
claramente de procedencia occidental.
Pan del Indio escapa de todo esto. Sin duda es una música
que a una gran mayoría les resulte lejana. En casos en los que las afinaciones
no-occidentales son más evidencias y la experimentación entra como elemento
clave, se vuelve poco amigable, sobre todo cuando entra el uso de la electrónica
y la edición (lo cual lo asocia mucho a artistas como Terry Riley y Pauline Oliveros).
También la falta de armonía en
preferencia de una nota pedal, o incluso
la falta de ambas, y la carencia de melodías reconocibles con un contorno impredecible
que no tiene ni desarrollo ni conclusión clara. Pero todo esto es lo que ayuda
a tener una experiencia musical más original y única. Se trata de la textura,
el sonido y el clima más que de otra cosa. Es una música que juega con otras
magnitudes que no son el tiempo (o al menos no el de corto plazo, o
precisamente de la duración de la música). Esto es lo que lo hace escapar de
las concepciones tradiciones musicales occidentales (en gran parte, porque aún
así hay elementos reconocibles.)
No es que se trate de
algo de otro mundo, algo totalmente original. No es ni el primero ni el último
artista no-oriental que haga esto. Es más, al parecer hay una camada de
artistas argentinos con un acercamiento a la música dónde todo esto es utilizado.
Artistas como Golondrina Alfa y el colectivo Ø+yn, que serán incluidos en las
próximas reseñas de Hobo Blues, también incorporan una enorme variedad de
instrumentos, músicas basadas en la improvisación y en la búsqueda de nuevas
formas musicales.
“Pichón” es su 3er-4to lanzamiento. 4to porque previamente
(14 días antes) lanzó un split con Paw Paw, otro artista argentino pero de otra
gama. 3ero porque en realidad “Pichón”, el split con Diente de Madera, incluye
3 de los 4 temas del anterior. Por ende, es lo mismo….3/4 lo mismo.
Cada improvisación grabada es muy diferente, sea por los
instrumentos utilizados, por la forma en que es abordada, por los participantes
(generalmente se tratan de improvisaciones en colaboración con otros artistas).
Hay una estética en común, pero el terreno musical es muy vasto e indefinible.
Se sabe cuál es, pero no hasta dónde va. Eso hace que estas 3 nuevas
improvisaciones nos traigan algo nuevo y diferente a lo presentado en las
anteriores realizaciones, teniendo en común la forma en que se aborda.
En este nos encontramos con improvisaciones más amenas al oído
no acostumbrado, con solos claros y melodías identificables. Sin duda hay un
acercamiento más claro a lo tonal y se deja un poco de lado la más experimentación.
Esto siempre en comparación a los demás trabajos, obviamente. Partamos de la
base que grabaciones de improvisaciones en paisajes estáticos utilizando
diversos instrumentos nunca es “tradicional”, al menos no para nuestra cultura.
La primera improvisación, titulada “A Mohammad Reza Lotfi”,
utiliza tambura , clarinete de bambu , n'vike (violín toba) y guitarra clásica.
La siguiente, “Yarará”, utiliza n'vike y guitarra clásica. “Lucero”, la última,
utiliza guitarra pasada por un generador de masas sonoras, melódica,
glockenspiel y tambor.
Mientras que la primera es sumamente estática (no solo por
estar siempre sobre la misma nota pedal, sino por carecer de tempo y pulsación
perceptible), las otras dos son sumamente rítmicas. De estas, “Lucero” es la más variante, transformando
los ritmos y melodías constantemente, cambiando el paisaje sin parar. “Yarará”
es un arpegio de guitarra que se repite una y otra vez, mientras que el n’vike
hace una improvisación que parece llevarnos a ningún lado, siempre dando
vueltas en el mismo lugar. Sin duda es la más minimalista y de esta forma logra
algo más atrapante, un trance.
La música presentada por este artista no es novedosa, aunque
sin duda tiene su toque personal. Aún
así, se trata de una música que en realidad nunca se ha incorporado en nuestra
cultura, no de verdad. Entonces siempre que aparecen propuestas de este estilo,
el desgaste no es algo que esté presente y siempre, de alguna forma, están
transgrediendo. Es de esas estéticas que necesitan de más y más ejemplos, más
insistencia, para que logren romper barreras.
Pan del Indio es otro de los artistas argentinos
contemporáneos ocultos detrás de la sombra que no deja ver la música más
valiosa del país vecino. Y con estos 3 temas, concluimos el hermoso split “Pichón”,
disco de 2 artistas de enorme valor, de los cuales esperemos que haya más en el
futuro.
Y como han de imaginarse, la música de este artista tiene más sentido en vivo. Por ende, recomiendo ver este video: http://www.youtube.com/watch?v=39jJDanOyqQ
HASTA LA PRÓXIMA!
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